En España, donde la tierra y el sol se combinan en un equilibrio casi perfecto, florece uno de los tesoros más antiguos y valorados de la humanidad: el olivo.
De su fruto se extrae el aceite de oliva, conocido desde tiempos remotos como ‘oro líquido’.
Más allá de su sabor distintivo y versatilidad culinaria este producto esconde una riqueza nutricional, cultural y económica que lo convierte en un símbolo de salud y sostenibilidad.
Un alimento milenario con beneficios modernos
Numerosos estudios científicos respaldan los beneficios del aceite de oliva virgen extra, especialmente dentro de la dieta mediterránea.
Rico en ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes naturales como la vitamina E y los polifenoles, su consumo regular está asociado con la reducción del colesterol «malo» (LDL), la mejora de la salud cardiovascular y un menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas.
Actualmente, comprar aceite de oliva virgen extra es muy sencillo, rápido y directo, pues la venta on line ha acercado este gran producto a todos los consumidores.
https://www.mueloliva.es/ es una web donde se pueden adquirir una gran gama de aceites de oliva de calidad en diferentes formatos.
Desde Priego de Córdoba, MuelOliva lleva desde 1942 elaborando aceites de oliva de calidad y generando trabajo en su medio rural, ayudando a mantener vivos los pueblos. Cuenta con cuatro almazaras y trabaja con unos 2.500 agricultores, destacando su aceite por su sabor; relación calidad/precio; cultivos…
El cultivo del olivo: sostenibilidad y tradición
El olivo no solo brinda salud al cuerpo humano, también al medio ambiente. Se trata de un cultivo resistente a la sequía y adaptable a terrenos difíciles, lo que lo convierte en una opción ideal para combatir la desertificación y conservar el suelo.
A diferencia de otros cultivos intensivos, el olivar tradicional mantiene la biodiversidad y favorece un paisaje agrícola equilibrado.
En regiones como Andalucía, el cultivo del olivo es mucho más que una actividad económica: es parte del patrimonio cultural.
La recolección de la aceituna, el prensado en frío y el almacenamiento del aceite han sido perfeccionados a lo largo de los siglos, combinando métodos ancestrales con tecnología moderna para garantizar calidad sin perder identidad.
Un motor económico y social
A nivel global, el aceite de oliva representa una industria en crecimiento. España, Italia y Grecia concentran más del 70% de la producción mundial, aunque países como Túnez, Turquía, Marruecos e incluso algunas regiones de América Latina están ampliando su protagonismo. Este auge ha favorecido el desarrollo de economías locales, el impulso del turismo rural y la internacionalización de productos gourmet.
Además, el cultivo del olivo proporciona empleo en zonas rurales y refuerza el tejido social en comunidades donde la agricultura es una fuente vital de ingresos. La apuesta por la producción ecológica y las denominaciones de origen protegidas refuerzan aún más su valor añadido.
El aceite de oliva no es solo un ingrediente esencial en la cocina, es un símbolo de equilibrio entre salud, tradición y sostenibilidad.
Apostar por su consumo consciente y apoyar su cultivo responsable no solo beneficia a quienes lo consumen, sino también a quienes lo producen y al planeta que lo hace posible.