La Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE) lamenta la falta de estabilidad y continuidad en la financiación, y la lentitud administrativa ante la construcción de las obras hidráulicas, tal y como ha quedado de manifiesto durante la jornada “Agua y futuro: Hoja de ruta para España”, donde la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (SEOPAN) ha alertado de la necesidad de invertir 104.000 millones en los próximos 10 años para hacer frente a las sequías e inundaciones, como refleja un informe elaborado por la ingeniería Typsa.
FENACORE considera que, aunque en los últimos años se han movilizado fondos importantes (como los Next Generation o el PERTE de digitalización del agua), el marco financiero sigue mostrando un déficit estructural para desplegar, de forma sostenida, todas las soluciones resilientes que exige el clima.
Agenda política
No es la primera vez que los regantes muestran su inquietud por que el agua y las obras hidráulicas hayan ido perdiendo relevancia y presupuesto en la agenda política, como evidencia el hecho de que en las últimas legislaturas sus competencias hayan ido pasando por diferentes carteras ministeriales (Obras Públicas, Medio Ambiente, Agricultura y la actual Transición Ecológica) sin que se hayan producido avances reales a la hora de ejecutar las actuaciones necesarias.
Es más, FENACORE ya ha pedido en varias ocasiones que el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible (MITMA) asuma las competencias del agua para impulsar las inversiones pendientes en infraestructuras hidráulicas. En su opinión, esta transferencia de competencias resultaría determinante para agilizar las obras hidráulicas que permitirán mitigar las consecuencias de inundaciones y sequías.
Asimismo, durante esta jornada organizada por la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, FAPE, los regantes han destacado que mejorar la gobernanza y la planificación hidrológica pasa por dejar de enfrentar soluciones y empezar a ordenarlas y combinarlas con criterios técnicos, económicos y ambientales claros.
Seguridad a la inversión a largo plazo
Para los regantes eso exige planes hidrológicos que integren en serio todas las piezas –embalses y laminación de avenidas planificados, desalación y reutilización como fuentes complementarias en la franja costera para dar garantía hídrica, modernización y eficiencia en regadío, y digitalización para disponer de datos en tiempo real–, pero también marcos regulatorios que aporten seguridad a la inversión a largo plazo.
Con todo esto, desde FENACORE resaltan que es posible construir un “mix hídrico” distinto en cada cuenca, donde todas las soluciones tengan cabida y se prioricen no por ideología, sino por su aportación conjunta a la seguridad hídrica, alimentaria, energética y territorial.
En paralelo, FENACORE asegura que las comunidades de regantes están siendo la primera línea de adaptación al nuevo contexto de escasez. En este sentido, llevan años ajustando dotaciones, reorganizando turnos de riego, pactando reducciones internas antes incluso de que lleguen las restricciones administrativas, y garantizando, con menos agua, la producción de alimentos.
Además, dichas comunidades asumen una tarea silenciosa pero clave: coordinar a cientos de miles de agricultores para que el agua se distribuya por la red de riego, se respeten los turnos y se minimicen conflictos.
Finalmente, FENACORE afirma que la tecnología -como el telecontrol de válvulas y la sensórica de presión y caudal o las imágenes de satélite- está reforzando este papel estratégico y abriendo una nueva etapa. En su opinión, todo esto sólo puede funcionar cuando hay una comunidad de regantes detrás que planifica, invierte, forma a los regantes y toma decisiones colectivas a partir de esos datos.























