“La dehesa es un ecosistema exclusivo de la Península con animales salvajes bastante desconocidos”

Joaquín Gutiérrez Acha, director de documentales de naturaleza

SINC. Eva Rodríguez         El paisaje de las dehesas españolas es el protagonista del nuevo documental de Joaquín Gutiérrez Acha. En él recorre gran parte del territorio peninsular entre alcornoques, encinas y quejigos. En este ecosistema, único en el mundo, el director nos enseña cómo conviven, cazan y pelean algunas de las especies más valiosas del bosque mediterráneo.

Una amplia comunidad de depredadores que habitan las dehesas españolas cuenta sus pequeñas historias dentro de Dehesa. El bosque del lince ibérico, el último largometraje del director, productor y cámara de documentales de naturaleza Joaquín Gutiérrez Acha. Un martín pescador que se sumerge ante nuestros ojos con perfecta precisión para cazar, cientos de buitres que se bañan sin saber que los observan en su momento más vulnerable, arañas con un camuflaje perfecto o dos madres de lince que se enzarzan en una pelea. Todos ellos forman parte de las dehesas, un bosque tan cercano como desconocido.

La película cuenta con una emocionante banda sonora original de la mano de la compositora Victoria de la Vega y el envolvente sonido ambiente del naturalista Carlos de la Hita. Gutiérrez Acha cierra así una trilogía de exitosos documentales estrenados en el cine, tras Guadalquivir y Cantábrico, nominada al Goya en 2018. Su próximo objetivo: Canarias.

¿Cómo escogieron a los animales que protagonizan el documental?

El águila imperial y el lince ibérico son un poco las estrellas por lo que representan y la delicada situación que atraviesan. No acaban de salir de ese peligro de extinción. Además, son joyas de la fauna ibérica porque solo existen aquí. Hacemos hincapié en los endemismos porque si se pierden en España, desaparecen de la Tierra.

Pero no nos centramos solo en estos dos animales. Hay muchos otros que nos cuentan, desde el punto de vista más interesante de su conducta, su pequeña historia. Desde las mangostas o las pequeñas arañas que se visten para cazar, queremos mostrar una variedad de lo que podría haber en la dehesa. Podríamos haber hecho otra película con animales totalmente distintos, pero tenemos un tiempo y un espacio para poder encajarlo todo. Los protagonistas que hemos escogido son de primera línea. Viven en el monte mediterráneo o utilizan la dehesa para cazar o reproducirse.

“La escena del martín pescador nos dejó marcados. No podríamos ver lo que hace si no trabajáramos con herramientas que van más allá de las convencionales”.

El largometraje cuenta con imágenes jamás vistas. ¿Qué pequeña historia de las que habla destacaría?

Hay momentos de suerte que no puedes programar y que son documentos muy interesantes. Seguramente nunca se ha filmado la pelea entre madres de lince y a la vez la de sus crías. De ahí la insistencia de estar siempre en el campo observando linces, que pase esto y tengas la fortuna de poderlo filmar. Hay muchos otros regalos, como el de los buitres que están comiéndose su carroña y aparecen los zorros. Nos preparan de repente una secuencia que no esperábamos: esa lucha entre buitres y zorros por el alimento. Después, la música de Victoria de la Vega y los sonidos de Carlos de la Hita hacen el resto. Configuran un momento fuerte de la película, donde el espectador presta su atención.

¿Hay algún momento de los capturados por la cámara que le haya sorprendido al visualizarlo?

La verdad, me maravillo con cualquier cosa de lo que hacen los animales salvajes. La escena del martín pescador nos dejó marcados. No podríamos ver lo que hace este animal si no trabajáramos con herramientas que van más allá de las convencionales. Es decir, rodar a 1.600 fotogramas por segundo nos permite ver más allá de lo que el ojo humano a simple vista puede ver. No habría forma humana de ver a esta ave sumergirse y cazar si no es con cámaras de velocidad ultrarápida.

¿Cómo consigue esta tecnología unas imágenes tan espectaculares?

Son cámaras que tienen una forma de grabar diferente a las convencionales. Está grabando una serie de segundos y cuando el bucle de imágenes llega a su fin, lo ‘tira’. Después, la cámara vuelve a grabar otro grupo de imágenes y jugamos con una memoria para meter una trama de acción. Digamos que la acción la filmamos una vez que ya ha sucedido. Es curioso, le das a grabar a la cámara una vez que la escena ha pasado. En esos segundos anteriores, el martín pescador se ha tirado al agua, ha buceado y ha pescado. Quedan encerradas en ese bucle en el momento que le das a grabar.

¿De qué forma se camufla su equipo ante situaciones complejas de rodaje?

Utilizamos cámaras autónomas de alta calidad, capaces de colocarse en sitios muy concretos. Las usamos conectadas a monitores grabadores, con cables largos de muy buena señal de vídeo y las metemos en el observatorio, de forma que la cámara está trabajando a una distancia bastante grande de donde estamos nosotros. Se trata de un punto de vista muy diferente al de una cámara montada sobre un trípode con teleobjetivo. También contamos con cámaras espía, que para nosotros son muy importantes.

“Los buitres tienen sus charcas secretas, donde saben que tienen que estar muy seguros para meterse en el agua, porque son muy vulnerables en esa situación”

¿Dónde utilizaron esas cámaras espía en este documental?

El baño de los buitres fue bastante complicado de rodar, aunque parece que llegas y lo haces. Utilizamos cámaras totalmente camufladas y pequeñas con poliuretanos pintados con sus líquenes y musgos. Estas aves tienen sus charcas secretas, donde saben que tienen que estar muy seguros para meterse en el agua, porque son muy vulnerables en esa situación. Absorben tal cantidad de agua que no son capaces de despegar y podrías coger un buitre con las manos.

Para conseguir estas imágenes usamos cámaras con tarjetas sim que nos enviaban fotos y vídeos a nuestros móviles con información de la temperatura, la hora del día a la que se bañaban, los días, etc. Gracias a estos datos pudimos tener ciertas garantías para conseguir esa secuencia.

¿Los datos los comparten con algún fin científico o son solo para la película?

Son una herramienta interna. Si alguien quiere recibirlos se los podemos facilitar, pero son solo para el rodaje.

Se habla de sus últimos documentales como una trilogía. Las marismas del Guadalquivir, la cordillera Cantábrica y ahora las dehesas son su ‘decorado’ de película.

Continuamos con la actitud de querer mostrar la fauna ibérica y sus espacios naturales. Empezamos con las marismas, pasamos al Cantábrico y ahora era obligado sacar las dehesas. Son ecosistemas exclusivos de la península ibérica, que guardan un  montón de animales salvajes bastante desconocidos. Lugares cercanos por los que paseamos pero, de alguna manera, siempre los vemos vacíos. A simple vista, una persona no se puede imaginar que pueda haber una biodiversidad tan grande viviendo en ellas. No solo son ciervos y buitres, existen numerosos animales y plantas. Creemos que la dehesa es una gran desconocida. Mostrarla de la forma más grandiosa y bonita, a través del cine, nos parecía casi una necesidad.

“A simple vista, una persona no se puede imaginar que pueda haber una biodiversidad tan grande viviendo en las dehesas”

¿Por qué estas últimas son un modelo forestal único y de convivencia con los humanos?

El hombre ha sido el artífice de la dehesa. Ha intervenido este bosque y lo ha modelado a sus necesidades. Lo ha preparado para los pastos, ha aprovechado las bellotas, el corcho, la caza o el ganado. Ha sido una intervención muy paulatina y los animales se han ido adaptando a este nuevo ecosistema que se estaba formando. Hasta la fecha es un espacio común para animales y personas. Unas prácticas más o menos sostenibles.

En el documental trata problemas de estas dehesas, como la seca, que dilapida a los árboles de estas zonas…

Los tiempos han cambiado y la carga ganadera, con la compactación del suelo, es uno de los factores de lo que llaman la seca, que es una especie de enfermedad global. Antes los rebaños salían de las dehesas los meses secos de verano para que fuera a pastar, incluso hasta el norte de España. Cada vez se hace menos y mantener al ganado durante todo el año en el mismo suelo propicia la poca regeneración de los pastos. Más que el daño que le estamos haciendo a las dehesas, tiene que ver con ese desequilibrio ecológico. Existen también unos escarabajos, que son los malos de la película porque están comiendo a los árboles por dentro. O un hongo que está devorando los filamentos de las raíces de estos árboles.

Y la crisis climática…

El calentamiento global afecta a todo y, por supuesto, a las dehesas. Piensa que los árboles mediterráneos están diseñados para aguantar unas temperaturas y un ciclo de calor un número de veces al año. Pero cuando esas temperaturas suben por encima de la media, y los calores del verano se alargan, es muy complicado para unos árboles ya de por sí con las defensas bajas que no se sequen. Esa gestión forestal hay que suplirla con repoblaciones, seguir investigando y contrarrestar la acción de estos fenómenos que afectan tan directamente a las dehesas.

“Hay que divulgar. Enseñar a todo el mundo que tenemos unos animales salvajes espectaculares”

Parece que sabemos más de la sabana africana que de las dehesas de aquí al lado. ¿Por qué ocurre esto?

Hay que divulgar. Enseñar a todo el mundo que tenemos unos animales salvajes espectaculares y un equilibrio ecológico que debemos conservar y reconstruir. Tanto es así que España está considerado el país con mayor biodiversidad de Europa.

En el documental se refiere a las dehesas como cuarteles de invierno. ¿Han observado algún cambio significativo en los dos años de grabación del documental en las especies migratorias?

Es un sitio amable, lo tratamos como un lugar hospitalario donde viven unos residentes durante todo el año y otros que vienen buscando temperaturas mejores. Está representada en ella la parte humana con la montanera y la cría de cerdos ibéricos, pero también es la moneda de cambio de la que se aprovechan muchos animales. Está claro que tenemos que andar con cuidado porque en cualquier momento podemos romper este equilibrio.

¿Qué lugares han visitado en los dos años que ha durado el rodaje?

Hemos estado donde hay dehesa. Desde Extremadura, a Andalucía, pasando por las dos castillas. Como es una coproducción con Portugal y la dehesa es un ecosistema peninsular, también trabajamos en el Alentejo portugués.

¿Y por qué escoge el cine para estrenar todos los documentales de esta trilogía y no la televisión o las plataformas digitales?

Llevo cerca de treinta años haciendo documentales para televisiones, de aquí y de fuera. La decisión la tomamos a raíz de una película, Entre lobos, sobre un niño que se criaba en Sierra Morena. Nuestro equipo hizo toda la parte que se filmaba con naturaleza. A partir de ahí, con Wanda, que es la propietaria del largometraje, decidimos dar un paso al frente y enseñar nuestra naturaleza en los cines. Tenemos mucho interés en que la gente conozca su territorio y vea que cerca de donde vive hay cosas fascinantes, como las que se muestran en estas películas. Así empezamos. Ahora la idea es acometer Canarias. Tiene unos ecosistemas que son una preciosidad, desde los fondos marinos hasta las grandes extensiones de lava; con lagartos autóctonos y selvas tropicales terciarias. Ese es nuestro siguiente proyecto.

Foto: Wandavision

Publicidad

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí