Cómo funcionan los diferentes mecanismos de reproducción de las plantas

¿Cómo se reproducen las plantas?

El mundo, tal y como lo conocemos, no sería posible sin las plantas.

El llamado reino vegetal es responsable, en gran medida, de la vida sobre el planeta, porque proporciona el oxígeno que necesitan todos los seres vivos para respirar.

 Las plantas son seres vivos fascinantes, que cuentan con distintos mecanismos de reproducción que aseguran la continuidad de las especies, a fin de que se propaguen por doquier repartiendo beneficios.

Son tan especial que incluso, aunque parezca sorprendente, también tienen sexualidad activa.

Antes que nada, se valen del mágico proceso de polinización, que consiste en primer lugar en el desarrollo de una increíble capacidad de seducción destinada a captar la atención de agentes polinizadores, quienes son enamorados con ayuda de los aromas y bellos colores de las flores, paso previo indispensable para que se consiga la fecundación.

Esto significa que las plantas saben cómo conseguir aliados. En otras palabras, con la ayuda de insectos, o de agentes abióticos como el agua o el viento, las plantas logran que el polen de las flores viaje hasta una vecina del sexo opuesto para que se produzca la milagrosa unión de sus órganos reproductivos, conocidos como estambre y pistilo.

¿El resultado? Se obtendrán semillas y frutos indispensables para la vida, a partir de este proceso de seducción emprendido por los seres verdes.

Es decir, todos tendremos alimentos variados al alcance, así como esencias, hojas y raíces medicinales, entre otros regalos tan primordiales como acceso al agua, gracias a la participación protagónica de las plantas en el cumplimiento del ciclo del agua.

¿Pero cómo sucede el acto reproductivo de las plantas?

La madre naturaleza actúa para beneficio de todos, a través de varios mecanismos de reproducción. Veamos cuáles son:

Tipos de reproducción en las plantas

 Las plantas son genuinas máquinas productoras del oxígeno que garantiza la existencia de todos los seres vivos que habitan sobre la Tierra.

En el devenir de la ciencia, disciplinas como la biología y la botánica se han ocupado de estudiar la conducta de las plantas a todo nivel.

Asi las cosas, se han descubierto mecanismos tan fascinantes como la fotosíntesis y la reproducción, entre otros procesos de naturaleza química verdaderamente sorprendentes.

Pero en el caso concreto de la reproducción, podemos decir que se produce de varias formas. 

Y es que todas, absolutamente todas las especies de plantas tienen sistemas reproductivos diversos, desde los ancestrales musgos, helechos y el resto de variedades verdes que componen los ecosistemas.

Existe una característica común en la mayoría de las especies: producen esporas, que son protagonistas de la unión reproductiva.

Además, se pueden reproducir en forma asexual (una sola planta actúa) o sexual.

Reproducción sexual

 Puede suceder que la propia planta satisfaga su necesidad de multiplicarse, o que necesite de la ayuda de otra planta del sexo opuesto.

En algunos grupos de especies puede ocurrir que apenas sucedan dos o un solo tipo de cruce, pero en otras pueden ser miles.

Gracias a los avances en las investigaciones botánicas se ha descubierto que cierto tipo de helechos pueden producir tanto óvulos como espermatozoides.

Estas son las especies hermafroditas, como son los gametófitos haploides individuales, pero hay otros que no pueden hacerlo.

De la misma manera sorprendente, existen plantas capaces de producir semillas por miles, con unidades productoras de polen y óvulos que se alojan dentro de una sola flor.

Pero también existen otras que no lo tienen así. Es más, hay algunas especies que desarrollan polen y óvulos en flores separadas de una misma planta, o en plantas diferentes.

En la reproducción sexual, al igual que sucede en los seres humanos, todo empieza con la maduración de los órganos responsables de perpetuar la especie.

En este caso, deben madurarse las microesporas, que se producen en los llamados órganos masculinos hasta formar granos de polen que después transportarán los agentes polinizadores.

Es tan fascinante el asunto de la reproducción sexual en los vegetales, que gracias al proceso de mitosis celular se forma un tubo polínico que allana un camino expedito que conduce al ovario de la planta.

Igualmente, también se forman las células reproductoras o gametos masculinos (anterozoides) lo cual significa que el núcleo generativo igualmente reacciona.

En el caso de las plantas femeninas, se forman las megaesporas, que aparecen tras el proceso de meiosis que sucede en ovarios no madurados.

En la meiosis también se crearán los sacos embrionarios que contienen alrededor de 6 células, donde se encuentra al gameto femenino.

Al interior de los ovarios de las flores incluso pueden hallarse células femeninas y masculinas, llamadas gametofitos.

El acto sexual

Cuando el polen de una flor de gameto masculino es depositado en otro femenino, se produce el acto sexual, que da como resultado la germinación del polen para que una nueva flor productora de miles de semillas nazca una y otra vez, en forma sucesiva.

Mayoritariamente, las plantas se reproducen de manera sexual. Florecen y producen semillas.

¿Cómo se forma el embrión? Pues sucede que en el saco embrionario también se consiguen dos núcleos polares. Uno de ellos fecunda al otro, es decir, un gameto masculino o anterozoide fecunda al femenino, llamado oósfera, dando como resultado la aparición del embrión que deriva en un nuevo ser.

Solamente uno de los dos núcleos polares sobrevive. El otro se muere.

En el proceso, aparece el endoesperma, una suerte de banco o depósito energético de gran valor estratégico. 

Tipos de reproducción sexual

Existen dos tipos. Veamos en qué consisten.

La autogamia

La propia planta se encarga de producir gametos masculinos y femeninos.

Esta autonomía le permite mantener intacta su genética y con ello puede adaptarse al hábitat donde vive.

Es una característica de las plantas que viven en islas, o sitios silvestres como mucha maleza.

Alogamia

En este caso, tanto la polinización como la fecundación se producen en dos plantas de diferente especie, facilitándose el cruce de la información genética de ambas.

Estos cruces se realizan para incrementar la variedad de especies, a fin de comercializarlas en viveros alrededor del mundo.

Reproducción asexual de las plantas 

La reproducción asexual tiene una dinámica exclusiva: no ocurre por fecundación, sucede a partir de células paternas que son capaces de formar una nueva planta, a partir de esquejes cortados en diagonal que se siembran para que enraícen.

Este maravilloso milagro sucede con mucha frecuencia en miles de especies florales.

O también en frutales como las moras, multiplicados por acodos, al igual que las fresas, cuya reproducción se realiza por estolones.

Igualmente, ocurre con tubérculos famosos muy comerciales como las papas o bulbos como las cebollas.

 Reproducción por medio de las hojas

También existen plantas asexuales capaces de reproducirse por las hojas, que al caer al suelo prenden o pegan, para cumplir la sagrada misión de multiplicarse.

Las siguientes especies producen ese milagro: begonias, lenguas de suegra o vaca, violetas africanas y plantas crasas como la Echeveria, Adromischus y Sedum, muy populares en jardines.

Factores que intervienen en la reproducción de las plantas

 La polinización es un mecanismo absolutamente indispensable para que se produzca la fecundación en las plantas.

El viento

Pero también inciden factores externos como el viento, que ayuda a consumar el acto de multiplicación de las especies.

Tal es el caso del maíz, planta originaria de tierras sudamericanas que ha dado de comer durante cientos de años a indígenas primero y todos sus descendientes después.

Poder de atracción

Las plantas tienen la mágica capacidad de que sus flores, de colores atractivos y aromas irresistibles, llamen la atención de agentes polinizadores bióticos, es decir de seres vivos como los insectos.

Son excelentes agentes de polinización: las abejas, avispas, abejorros, mosquitas, o hermosas aves mieleras como chupaflores y colibríes.

Hasta los feos e impopulares murciélagos se rinden y cumplen una eficaz misión polinizadora, llevando el polen del estambre de una planta al pistilo de otra.

Imagen: Pixabay

 

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