Vuelco de tractores y estrés térmico, principales causas de los accidentes mortales en la actividad agraria

Bajan los accidentes laborales en el campo, por la menor ocupación del sector

accidente tractor
Foto archivo

Belén Delgado (EFEAGRO). Los accidentes laborales han descendido en los últimos meses en el sector agrario, pero los sindicatos lo atribuyen a la menor ocupación en ese tipo de actividades y reclaman más formación y prevención de riesgos.

Los últimos datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social reflejan que hubo 16.895 accidentes laborales en la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca entre enero y julio, el 2,3 % menos que en el mismo periodo de 2022.

De ellos, 38 fueron accidentes mortales, lo que supone una caída del 38,7 %, si bien los sindicatos piden no bajar la guardia.

El secretario del sector agroalimentario de UGT-Fica, Sebastián Serena, asegura a Efeagro que esos números están relacionados con el nivel de actividad, ya que «si hay menos gente trabajando en el sector, es lógico que haya menos accidentes».

Apunta que la afiliación media a la Seguridad Social en el sector agrario acumula una caída de 12.000 personas en los siete primeros meses del año.

Sistema Especial Agrario (SEA)

Según los últimos datos del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, los afiliados al Sistema Especial Agrario (SEA) bajaron el 2,6 % anual en julio pasado (17.461 personas menos), con un total de 650.946 personas.

La Seguridad Social cerró el año pasado con 707.922 inscritos en el SEA, el 6,4 % menos que en 2021, esto es, 48.385 personas menos trabajando en el sector primario.

Esa reducción es similar a la disminución del 6 % que experimentaron los accidentes laborales en la agricultura, la ganadería, la silvicultura y la pesca en 2022, con 29.528 casos.

El año pasado, sin embargo, aumentaron el 88,7 % anual los accidentes mortales en el campo, hasta los 100 fallecimientos.

El responsable de UGT destaca que «hace falta aplicar mejor las medidas de prevención» y recuerda que el índice de incidencia de accidentes mortales en el sector agrario estaba en 0,77 en los siete primeros meses del año, por debajo de los dos años anteriores, pero más alto que en el resto de sectores.

Este índice se calcula dividiendo el total de accidentes mortales multiplicado por 100.000 y la media mensual de cotizantes con la contingencia de accidentes cubierta.

En 2022, la incidencia fue de 14,24 en el sector agrario, casi el doble que el año precedente y por encima de otros sectores como la construcción o la industria.

Peligro con los tractores y el calor extremo

El responsable del sector del campo de Comisiones Obreras de Industria, Vicente Jiménez, insta a aplicar la ley de prevención de riesgos laborales y coincide en que el mayor número de accidentes se produce «siempre con los picos de actividad», que en la agricultura suelen darse durante las diferentes campañas.

Parte de esas muertes están, además, relacionadas con el vuelco de los tractores y el estrés térmico.

Tras la muerte el pasado verano de varias personas por golpes de calor mientras realizaban labores agrícolas, las organizaciones sindicales y las patronales del sector firmaron un acuerdo en agosto que establece un marco de actuación preventivo en las empresas cuando la exposición laboral a las olas de calor pueda alterar gravemente la salud de los trabajadores.

Jiménez sostiene que, en muchos casos, el perfil de los afectados suele ser el de una persona de más de 50 años que maneja un tractor viejo en explotaciones pequeñas, a menudo en terrenos complicados.

Medidas de prevención

«Todo lo que se gaste en salud laboral siempre es poco. Hay que hacer más hincapié en las campañas agrícolas y formar a la gente, incluidos los temporeros», así como incidir en los equipos de protección, los reconocimientos médicos y la adecuación de las duras jornadas en época estival, apunta el responsable de CCOO.

Añade que muchos trabajadores eventuales o fijos discontinuos «no tienen la formación que deben tener», al tiempo que urge una renovación del parque de maquinaria en muchas zonas.

También es frecuente ver a empleados autónomos y jubilados que manejan los tractores sus explotaciones «porque nadie las quiere», signo de la falta de relevo generacional, según Jiménez.

Actualmente los picos de calor son menores en campañas intensivas de mano de obra como la vendimia, que está acabando, y la del olivar, que comenzará a mediados de mes, donde cada vez hay más mecanización.

Sin embargo, a veces los accidentes se dan en otros lugares, como ocurrió el pasado domingo en una bodega familiar de Álava en la que dos personas fallecieron y otra resultó herida tras inhalar el dióxido de carbono que se desprende durante la fermentación del vino.

Hoy en día las bodegas modernas están construidas para favorecer la ventilación y detectar el CO2 con sensores, con lo que se han reducido los accidentes, pero en otras antiguas o subterráneas la solución no es tan fácil.

Jiménez resalta la importancia de informar acerca de estos y otros riesgos en el sector del vino y el resto de actividades agrarias, así como de cumplir los protocolos y convenios colectivos.

Imagen: Archivo

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