Opinión. “La gente buena no se entierra, se siembra”. Descansa en paz David. Alberto Marcilla. Director Banca Rural en Globalcaja

alberto marcilla

Cuando viajo, siempre me gusta salirme de la ruta convencional, y prefiero las rutas alternativas, que atraviesan pueblos, que me permiten parar y ver qué se cultiva, cómo se cultiva, como se aprovecha el riego, si lo hay, cuánto llueve, qué maquinaria se utiliza, marcos de plantación, variedades, si se hacen cubiertas vegetales, cómo se aprovechan los restos de poda, si se hacen siembras directas, qué daños hace la caza, como hacen frente a los daños en los cultivos… me permiten hablar con actores principales, y saber cuáles son sus necesidades, como afrontan las campañas, cómo se agrupan, donde transforman sus productos, como los comercializan, como los cobran o los anticipan….

En este último viaje, he atravesado tierras de conquistas y reconquistas y me ha sorprendido ver una forma de protesta de los agricultores franceses, dando la vuelta al cartel del nombre del pueblo a la entrada de los mismos, para llamar la atención sobre los elevados costes de producción y los bajos precios percibidos, la presión burocrática y el abandono que sienten de las instituciones, lo que provoca que “en Francia un agricultor se suicide cada dos días, y que el 50% sufra depresión”.

Me vengo con la sensación de que el campo está habitado, de que los agricultores habitan el medio rural, pero he visto muchos pueblos ‘Potemkin’, visitables, pero no vividos, lo mismo que me pasa aquí, cuando el dimensionamiento de las explotaciones no es posible, cuando el regadío es un sueño, y la mecanización para ahorrar costes no es fácil.

Ahora estamos pendientes de que nos digan cual va a ser el marco financiero, si será un sobre para cada estado y allá se las compongan, si llevará porcentajes obligados, si de la PAC tendremos que eliminar la “C” de Comun, si esto nos hará competir más aun entre nosotros mismos… y la cosa pinta fea, y no es la primera vez, pero ahora el miedo a la guerra parece que lo justifica todo, hasta el punto de aportar para dicha causa el 5% del PIB, cuando defender un 1% para la agricultura resulta una tarea titánica. Pero yo me pregunto, qué territorio vamos a defender de ataques externos, si no somos capaces nosotros mismos de defender nuestra soberanía alimentaria, no somos capaces de defender nuestros pueblos, a los que hemos dejado morir, de hacerlos vivibles, de permitir que quienes quieran vivir en ellos puedan hacerlo, puedan trabajar en ellos, prestar servicios… y no solo volver a ellos a aguantar como un melón colgado, o con los pies por delante?.

¿Qué vamos a defender cuando ya no quede nada ni nadie?

Ojalá pongamos pie en pared, y de una vez por todas, pongamos las luces largas, apostemos por lo que nos da de comer y permite tener un territorio vivo y vivido, por el que valga la pena luchar para defenderlo contra todo y contra todos, y de esta forma ¡Nadie se tendrá que ir por no aguantar más!

“La gente buena no se entierra, se siembra”. Descansa en paz David.

Alberto Marcilla López. Director Banca Rural en Globalcaja

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