Opinión. La España abandonada y calcinada. Antonio Gómez Olmos. Editor de www.agroclm.com

incendio Ateca

Muchas de las cosas que están pasando en España no tendrán solución, o será muy lenta. Una de ellas son los incendios forestales que cada año se suceden, y cada vez con mayor intensidad, y en la mayoría de las ocasiones en el medio rural.

Como para la práctica totalidad de los problemas la solución no proviene del pensamiento único, sino que deben aunarse diversas respuestas y actuaciones y, fundamental, escuchar a los que de verdad saben: bomberos, agentes forestales, ingenieros, meteorólogos, ganaderos y agricultores, alcaldes y concejales de núcleos rurales, vecinos afincados…

Las gentes del campo están huyendo de sus pueblos porque las pocas oportunidades de vida que hay están siendo menguadas por el actual sistema político, inmerso en otros pensamientos más urbanitas.

Igual hasta con buena voluntad han diseñado un entramado de normativas que abocan a la desaparición de muchos pueblos en una especie de efecto ‘boomerang’. Pues aunque querrían conseguir justo lo contrario han propiciado echar a las gentes del campo de su medio, hartos de un exceso de legislación imposible de cumplir y que lastra sus oportunidades de vida. Suele pasar cuando se gobierna desde lejos, de oído, sin conocimiento del medio y sin el asesoramiento de técnicos y expertos.

Los reportajes televisivos que muestran como una familia ha dejado la gran ciudad para ser más felices en el campo son idílicos, pero no suman ni el 0,1 por ciento de la población rural.

Vivir en exclusiva de alojamientos rurales mega sostenibles es también muy atractivo, pero no suman ni el 0,1 por ciento de los PIB locales.

Ahora, para los de siempre, los que nacieron en el terreno, esos que no pueden desbrozar el monte sin rellenar cientos de papeles; ni cosechar cuando el grano está; ni desatascar una acequia; ni arar con más de 30 centímetros de profundidad; ni molestar al ruiseñor o despertar a la ardilla, las multas serán gordas. Y si defienden su ganado del lobo pues pasarán en la trena más tiempo que los pirómanos.

Y claro, todo esto sin tren, con carreteras con más baches que calzada, colegios y hospitales lejanos, sin bancos, ni farmacia, ni estanco, ni bar, pues claro, al final emigran o migran a grandes poblaciones y vuelven al pueblo, si acaso, unos días en verano y en Los Santos, a poner flores a los suyos, dejando prácticamente abandonadas durante once meses a miles de localidades y sus montes, bosques, parajes…

El campo español no está despoblado lo que realmente está es abandonado. Pero claro, si las grandes autovías españolas están hechas una pena como van a estar en condiciones las carreteras comarcales o los caminos vecinales. Si el AVE no llega a tiempo a sus destinos un día sí y otro también como van a tener puntualidad los trenes regionales. Aunque no lo creamos esto es mucho más sencillo de solucionar de lo que parece, se trata de, simplemente, destinar los dineros al bien común y a las necesidades reales de los españoles y españolas.

Previsiblemente, el año que viene los incendios serán aún peores que los de éste, y las decenas de supuestos pirómanos detenidos estarán tomando cañas en sus pueblos esperando la oportunidad de volver a actuar.

Mientras los damnificados, los que lo han perdido todo, hasta sus recuerdos, sus paisajes y su memoria histórica, estarán rehaciendo sus vidas con sus fondos propios y respaldo de familiares y amigos, esperando las cacareadas ayudas de las diversas administraciones. Volverán a subir los muros de sus casas, a comprar ganado y maquinaría y a limpiar las cenizas de sus mentes y cuerpos con el apoyo de los de siempre, de los más cercanos.

El pueblo salva al pueblo. Es lo que queda en este tiempo de enfrentamientos políticos permanentes y barriobajeros y de soflamas, incumplimientos y mentiras. Qué harto esta el pueblo (no todos) de lo de a ver quién tiene la manguera más gorda y la usa mejor, o peor.

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