La huerta regenerativa absorbe hasta 30 veces más de CO2 al año que la convencional

SINC      La agricultura expulsa cada año a la atmósfera un 12% del total de CO2 que emite España. Producir comida es imprescindible para la supervivencia, reducir las emisiones también. ¿Existe un modelo agroalimentario capaz de revertir esta situación?

El Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), a través del proyecto LIFE Polyfarming, demuestra con datos científicos que el modelo agroalimentario regenerativo, centrado en recuperar la salud del suelo, es una solución factible a este reto mundial.

Según los resultados obtenidos durante los últimos tres años en la finca piloto de Planeses (Girona, Catalunya), el suelo vivo y fértil de un huerto regenerativo almacena alrededor de 30 veces más carbono atmosférico al año que uno convencional. Además, los pastizales regenerativos, que se gestionan con animales pastando, secuestran alrededor de tres veces más carbono al año que el pasto sin gestionar.

Estas tasas anuales de secuestro de carbono se producen durante los primeros 6 años después del cambio de modelo agroalimentario convencional al regenerativo. Una vez pasado este tiempo, el suelo se mantiene como un gran sumidero, puesto que el carbono almacenado no se libera a la atmósfera. Por otro lado, este modelo agrícola ya ha demostrado emitir un 40% menos de CO2 que el convencional al no usar pesticidas ni fertilizantes químicos y reducir la maquinaria. 

El suelo vivo y fértil de un huerto regenerativo almacena alrededor de 30 veces más carbono atmosférico al año que uno convencional

Con la finalidad de que el sistema regenerativo testado por Polyfarming pueda replicarse a escala local y global, se ha presentado el Manual del Sistema Polyfarming. Un ’abecedario’ de la agricultura y ganadería regenerativa que pretende dotar de herramientas y conocimiento para que cualquier persona interesada pueda replicarlo en su propia finca.

“Es urgente transformar el modelo agroalimentario intensivo para que pase de ser uno de los causantes principales del cambio climático a ser un gran aliado”, comenta el coordinador del proyecto e investigador del CREAF, Marc Gràcia. “De hecho, hemos calculado que si toda la superficie agraria y de pastizales de Cataluña hiciera una transición a prácticas regenerativas, se compensarían completamente las emisiones anuales de CO2 del sector agrícola catalán”, continúa.

La comunidad experta reclama que la transición de un modelo a otro debe ser un objetivo a corto plazo, aunque reconoce que el cambio puede resultar difícil, porque implica un gran apoyo social, económico y político.

Revivir el suelo

El eje central de las prácticas regenerativas es recuperar la fertilidad de la tierra, mantenerla húmeda y en condiciones para que la vida del suelo, que abarca microorganismos, plantas o insectos, sea capaz de secuestrar y almacenar una gran cantidad de carbono atmosférico en forma de materia orgánica.

“Si el suelo tiene más materia orgánica, es capaz de retener más agua y se suaviza el efecto de las inundaciones, la erosión por fuertes lluvias y contribuye a que los cultivos puedan ser productivos bajo condiciones climáticas áridas severas, como las sequías, que cada vez más frecuentes en el mediterráneo debido al cambio climático”, señala Maria Josep Broncano, técnica del CREAF del proyecto Polyfarming.

Para conseguir estos niveles de materia orgánica el sistema regenerativo utiliza un sistema productivo circular y poco invasivo, “en el que el suelo es el centro del sistema”, comenta Marc. 

Por ejemplo, las vacas pastan cada día en una parcela de pasto diferente y tardan un tiempo en volver a esa zona, para no estropear las plantas con el pisoteo: fertilizan con sus excrementos, se comen el mejor pasto y regresan cuando éste vuelve a estar en su punto.

Las gallinas y los conejos se mueven también, libremente, por una zona de pasto diferente cada día, transportados en gallineros y corrales móviles. Marc puntualiza que en el modelo regenerativo «la relación planta-animal es esencial, ya que el ganado es una pieza clave para recuperar la fertilidad del suelo”.

En la finca tampoco se utiliza prácticamente maquinaria pesada y se emplean los recursos del bosque para nutrir y proteger el suelo a la vez que se aumenta su capacidad de absorber o retener agua. Para ello, se elabora carbón vegetal o biochar, entierran troncos de madera, esparcen astillas de madera triturada (BRF), o fertilizan con abono Bocashi, un abono orgánico que se obtiene con restosvegetales y animales o biofertilizantes que se elaboran con plantas y microorganismos de montaña.

Imagen: CREAF

 

Publicidad

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí