En Barcelona, dos empresas se han propuesto acortar la distancia entre el lugar en el que se producen los alimentos –el campo– y aquellos en los que se consumen o venden –las casas y los supermercados –, para ello han puesto en marcha una solución hidropónica: Dos granjas verticales.
Un término que no responde al concepto español de granja de animales sino que, como explica en declaraciones a Efeagro el fundador de Groots, Carlos Gómez, viene del inglés, donde se ha desarrollado más, del ‘vertical farming’.
La granja está formada por hileras de torres de las que cuelgan plantas y más plantas, hasta llegar en el caso de Groots a las 30.000 en sólo 300 metros cuadrados ubicados en naves industriales cerradas donde nacen lechugas, albahaca, tomillo y menta, entre otros.
El método que utilizan en esta empresa y en la también barcelonesa UrbanFresh está basado en un cultivo sin tierra iluminado con luz eléctrica.
Alrededor de las torres de plantas circula una solución de agua y nutrientes que detecta las necesidades de la planta y, que cuando ya no precisa más alimento, pasa a la siguiente planta y así, hasta llegar a un canal que devuelve esa solución al tanque principal.
De esta forma, se llega a utilizar «un 90 % menos de agua», según el fundador de Groots y, además, al producirse en un sistema cerrado y un «entorno muy controlado» no hace falta usar pesticidas.
La ciudad, una oportunidad para echar raíces
La idea que tanto a Carlos Gómez como al creador de la segunda granja vertical Urban Fresh, Paul Brinon, les rondaba la cabeza cuando decidieron adentrarse en este creciente sector era acercar los alimentos desde el campo a la ciudad.
Al no necesitar suelo agrícola, es «más fácil instalarse en los centros urbanos y cerca del consumidor final», apunta Brinon.
Una forma de cultivar que, para el fundador de Urban Fresh, responde a la tendencia cada vez mayor de vivir en las grandes ciudades.
Por eso, este método ofrece, según Brinon, «una solución ventajosa respecto a la agricultura tradicional» ya que en muchas ocasiones «los alimentos llegan hasta el consumidor final desde zonas que están muy lejos».
En cambio, en el caso de estas granjas verticales los clientes están «a uno o dos kilómetros de la zona de producción».
Un factor que subrayan como positivo porque de esta forma, «se eliminan la mayor parte de las emisiones relacionadas con el transporte» de los alimentos.
Lechugas a la carta
Otra posibilidad que ofrece este tipo de producción urbana es regular de controlar de forma manual las variables ambientales.
«Hacemos plantas a medida» asegura el fundador de Groots a la vez que detalla que tienen la posibilidad de «potenciar el sabor y el aroma cambiando esos parámetros ambientales» de unas que naves pueden «llegar a tener hasta 16 horas de luz», según desvela Carlos Gómez para explicar que también pueden eliminar la temporalidad de los cultivos.
No obstante, depender de la electricidad repercute en el precio final, y más en un contexto en el que durante semanas se ha producido una subida en el precio de la luz.
«No es una amenaza es el futuro»
Para Gómez, el desarrollo de esta nueva tecnología para dar otra forma a la agricultura no representa «una amenaza» para la agricultura tradicional, sino que, más bien «es el futuro» de la misma.
El fundador de Groots prevé que entre estas dos formas de cultivo habrá finalmente «un equilibrio» a la hora de producir los alimentos.
Aún así, el responsable de Urban Fresh defiende que mientras que en la tradicional solo se puede trabajar con, por ejemplo, «un metro cuadrado de suelo», las granjas verticales multiplican ese espacio, terminan por convertir ese metro en «cinco metros cuadrados de cultivo activo a través de esa especie de estanterías».
Hasta ahora estas dos empresas han vendido las hierbas aromáticas y verduras de hojas verdes que producen en pequeños comercios de Barcelona, pero el responsable de Groots señala que están empezando a distribuir a través de supermercados como Carrefour y Alcampo. EFEAGRO