Plagas agrícolas, un fenómeno que se extiende con la globalización comercial

almendros

La transmisión de la covid no ha encontrado fronteras, igual que las plagas agrícolas se extienden de un continente a otro desde hace siglos -como lo hizo la filoxera desde América hasta aniquilar el viñedo de Europa- pero ahora de forma más acelerada por la globalización comercial de alimentos y plantas.

La Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (Aepla) asegura que hasta el 40 % de la producción mundial de cultivos se pierde cada año por plagas, malas hierbas y enfermedades, y como patronal de la industria fitosanitaria, asegura que sin estas medicinas las pérdidas en plantas se duplicarían.

Xylella fastidiosa

Hoy en día hay plagas agrícolas para las que no hay cura como, por ejemplo, la provocada por la bacteria Xylella fastidiosa, que desde hace más de un siglo ha diezmado el viñedo en Estados Unidos y en Italia ha obligado hace unos cuantos años a la tala de cientos de miles de olivos.

Esta bacteria, que puede alojarse en más de 600 especies vegetales, se detectó en España por primera vez en 2016, en Baleares; ahora, la situación más preocupante se centra en su expansión y control entre los almendros de secano que hay afectados en Alicante, con el ojo vigilante a que no salte al olivar andaluz.

Una experta en Xylella, la investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Blanca Landa, dirigirá durante los cuatro próximos años el equipo internacional de «BeXyl», un proyecto que cuenta con unos fondos comunitarios de 6,7 millones de euros y otras aportaciones de entidades de Reino Unido y Australia.

Esta iniciativa persigue prevenir y paliar los daños económicos, sociales y ambientales generados por esta bacteria fitopatógena, y ayudar a los sectores agrícola, forestal y viverista a seguir siendo productivos y sostenibles a largo plazo, según el CSIC.

Agustín Garzón, otro investigador especializado en plagas y profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas (Etsiaab) de la Politécnica de Madrid, reconoce que las plagas y enfermedades son un problema que va en aumento.

Su expansión es «consecuencia de la globalización, por el trasiego de productos vegetales, y pese a que los controles son muy estrictos en las aduanas para evitar su dispersión», asegura antes de advertir de que «la amenaza de que una plaga se convierta en una ‘covid agrícola’ está ahí».

«Igual que ha pasado con los humanos, hay plagas y enfermedades emergentes que, bajo determinadas condiciones ambientales favorables» -en algunos casos por efecto del «cambio climático»- «pueden explotar y causar verdaderas pandemias también en el mundo vegetal», añade.

Dragón amarillo o Huanglongbing

Como ejemplos de «grandes amenazas», cita la bacteria Xylella fastidiosa para el olivar y el viñedo español y el Dragón amarillo o Huanglongbing (HLB), que es transmitida en este caso por psilas, para los cítricos del país.

También destaca la presencia de «otras especies exóticas venidas de terceros países que han encontrado un nicho ecológico en España y se van expandiendo, como el avispón asiático, que afecta a otros insectos importantes para la polinización como son las abejas».

Las estrategias de control pasan por evitar o frenar su entrada en los puestos de inspección fronteriza.

A nivel de investigación -continúa- en ocasiones se recurre al control biológico, que consiste en acudir al lugar de donde procede la plaga para buscar un enemigo natural que sea capaz de controlarla y criarlo en condiciones de laboratorio para, posteriormente, liberarlo en el campo y reducir los niveles poblacionales de una plaga exótica.

También, se intenta frenar el avance de los vectores de enfermedades mediante planes de contingencia y programas de erradicación basados en muestreos.

Un portavoz del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Agrónomos añade a la lista de plagas peligrosas para el campo español los nombres comunes de Loew, Thomsom, Hendel, Saunders, Mancha negra, Falsa polilla, Meyrick o el Cotonet, «que en Sudáfrica no era plaga porque allí tenía control natural autóctono», explica.

Coincide en que la globalización incrementa el riesgo de entrada de plantas y enfermedades debido al ingente movimiento de frutas, verduras, plantas y material propagativo, y defiende como «fundamental» la figura del ingeniero agrónomo como «prescriptor de fitosanitarios».

Alerta de la progresiva limitación en la UE de materias activas de fitosanitarios, ya que «está generando problemas de aparición de resistencias», y considera que «no hace falta prohibirlo todo», si no que los fitosanitarios se «empleen de la forma adecuada posible», tras su acertada prescripción.

En Aepla recuerdan que limitar «la caja de herramientas de los agricultores» se produce en un momento en el que el sector deberá a enfrentarse a grandes retos por los efectos del cambio climático, con una mayor presencia de temperaturas extremas y mayores riesgos de erosión de los suelos que hacen más proclive la proliferación de plagas.

Apuntan a que el sector de fitosanitarios trabaja desde hace tiempo por el desarrollo de «biosoluciones» para hacer frente a las enfermedades y plagas vegetales, a la vez que recuerdan que los productos que hay en el mercado son fruto de un proceso de I+D+i que se prolonga durante 11 años. Angélica Quintana. EFEAGRO

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