La escasez de precipitaciones y las altas temperaturas están motivando que en diversas parcelas de olivar de comarcas ciudadrealeñas como Montiel o Calatrava los árboles sufran un estrés hídrico que puede mermar considerablemente la próxima cosecha de aceituna, aunque si llueve en las próximas semanas esta situación podría mejorar.
Los agricultores lamentan que tras un buen cuajado del fruto ahora muchas olivas no crecen y están cayéndose de los árboles, con la considerable pérdida de producción.
Prays
A esta situación hay que añadir la aparición del prays, una plaga con tres generaciones anuales. En la última fase los adultos realizan la puesta en el fruto recién cuajado, al nacer las larvas penetran en el fruto por la inserción del pedúnculo lo que puede producir la primera caída de frutos por prays (caída de San Juan).
Según el boletín fitosanitario de avisos e informaciones de la Estación Regional de Avisos Agrícolas/Sanidad Vegetal del Centro de Investigación Agroambiental “El Chaparrillo” actualmente se está en la generación antófaga, cuyos daños son muy relativos y difíciles de valorar. Dependen del nivel de población de la plaga y de la intensidad de la floración. Solo en el caso de una floración baja y una población alta de prays puede haber peligro grave de baja producción.
El momento más adecuado para controlar el prays es al inicio de la floración (20-30% de flores abiertas) debido a que es más fácil alcanzar a las larvas al estar la mayoría en el exterior. Los tratamientos contra esta generación (antófaga) pretenden fundamentalmente disminuir las poblaciones de prays de la siguiente generación (carpófaga), que es la que provoca más daños directos.
A mediados de mayo desde “El Chaparrillo” señalaban que la incidencia de esta plaga en los puntos de observación era media, aconsejando, en aquellas parcelas con daños importantes en hoja y yemas de flor con menor número de flores por brote, se tratara.