“Viñedo de Miel” es un proyecto que surge de la mano del paisajista Javier Domínguez, diseñado a instancias de una conversación que mantuvo con un viticultor de Villarta de San Juan, en Ciudad Real.
Las Denominaciones de Origen vinícolas constituyen un excelente marco de actuación para el paisajismo sostenible a gran escala porque proporcionan una identidad de lugar y de acción.
El 90% de la superficie de un viñedo está desaprovechada porque el espacio entre cepa y cepa está vacío. Allí donde el clima lo permite se planta césped para mantener la humedad del suelo.
En muchos climas cabe plantar flores de los Parques Naturales colindantes, sin necesidad de riego, y proporcionan humedad al suelo al tiempo que fortalecen la cepa. La sustitución de las flores por el césped es clara, la humedad en el entorno permite tal sustitución y la bioquímica del suelo se enriquece al pasar del monocultivo del césped al policultivo floral.
Donde la humedad es menor también es viable la plantación de flores si el viñedo es de regadío por goteo, el 40% del total. Imagínense lomas y lomas de viñedos con brillantes tonalidades de varios colores, parcela a parcela. O en mosaico, si la plantación es mil flores. Imagínese la D.O. Rioja mostrando la cromaticidad de los campos en una misma estación y entre varias estaciones, un atractivo más para las rutas enológicas.
¿Qué solución queda para el 60% de los viñedos restante? Hileras centrales de flores equidistantes de las cepas y paralelas a las líneas de cota para que no compitan por el agua. ¿Y de qué sirven los alineamientos de flores entre cepas? Aparte de su belleza visual, con lo que eso conlleva en el turismo enológico, y la producción de miel, sirve para evitar la formación de canales de erosión, las flores actuarían como mini bancales.
El viticultor tiene a gala hablar de las bondades de su tierra, de su terroir, y sin embargo hay un desierto entre cepa y cepa que hace que se pierda agua y tierra fértil con cada lluvia si el terreno está en pendiente. Las líneas de flores contribuirían a evitar la pérdida de agua y tierra fértil con las lluvias. Y además proporcionarán equilibrio mineral al viñedo, introduciendo el concepto de “flores de diseño”.
La biodiversidad de las flores es fundamental y lleva al concepto de biodiversidad en general, donde hay dos ó más especies de hormigas en una viña la biodiversidad es mayor, la cepa es más sana y se mejora la calidad de los caldos. Además, tales puntos de concentración de hormigas son precisamente los que usa el territorio para rehacerse tras períodos de sequía, son zonas de terreno potente que aleja la zona de la desertización colonizando las contiguas.
Cualquier bosque isla (rodales de árboles, grupos de arbustos, vegetación de arroyos, etc.) en el viñedo debe ser tratado como oro, puesto que redunda en la idea anteriormente expuesta. Además, favorecerá el tránsito de aves migratorias, otro atractivo turístico para el viñedo.
Se da un contrasentido con el traslado de viñedos a zona de montaña, las leñosas no detienen el agua ni la pérdida de tierra fértil, solo se traslada el problema mientras se produce vino durante unos años. Y también está el caso de los viñedos del Rin, donde hay humedad pero no hay cobertura vegetal con lo que la tierra se pierde con las lluvias porque están en pendiente.
Las flores proporcionan corredores de fauna que inciden en la bioquímica del suelo, y evitarán el costoso traslado de viñedos.
De forma complementaria a las flores, y quizás gramíneas, es posible rodear con pellets la base de las cepas más expuestas a la erosión para aislar el terreno del calor y favorecer la putrefacción de la capa edáfica, tal como se hace en muchos jardines públicos.
Las flores serán pisoteadas durante el necesario laboreo de la viña pero permanecerán durante la mayor parte del año. Si además las flores están en peligro de extinción el atractivo del viñedo será mayor. Por ejemplo, donde haya suficiente humedad, se puede establecer un pasillo central de gramíneas de 5 centímetros de altura a pisotear, y flores en peligro de extinción de 15 centímetros de alto a los lados.
Puede apostarse específicamente también por plantas medicinales, aromáticas de desarrollo alfombrado sin raíces profundas, incluso favorecer el desarrollo de alguna especia o seta.
Aunar viñedos de miel con asuntos gastronómicos desarrolla la recuperación de herbolarios y recetas de cocina antiguas.
La inversión es escasa: semillas y un pequeño vivero para ir empezando.
Javier Domínguez, paisajista
Hola Javier. Te invito en consultar las prácticas biodinámicas en viñedos, y la capacidad de recuperación del suelo gracias a su propia flora espontánea…
Soazig Darnay, paisajista
Hola Soazig,
muchas gracias por el comentario. Pienso que la propia flora espontánea no refleja la riqueza de la flora del entorno sino que muestra las pocas variedades que han sobrevivido o las flores que han sido introducidas por el hombre. Por eso apuesto por flora de Parques Naturales colindantes.
Respecto a las prácticas biodinámicas en viñedos están muy bien, no sé mucho acerca de ellas. He diseñado también un olivar de miel en el que hay setos de aromáticas entre hileras de olivos, va un paso más allá de lo que se hace en olivares biodinámicos. Con la misma filosofía apliqué esa idea al viñedo, bandas de flores de forma paralela a la línea de cota.
Javier
Hola
Efectivamente, la flora espontanea refleja «la pobreza» de los suelos, personalmente hablaría más bien de sus desequilibrios. Algunas escuelas consideran que el proprio suelo se está curando, y que si se deja el tiempo necesario el proceso se puede desarrollarse por completo. A veces nosotros seres humanos pensamos que sabemos mucho pero años despues realizamos que no lo sabiamos todo y que la Naturaleza tiene sistemas de respuesta a las agresiones que habria que tomar el tiempo de entender antes de intervenir.
…
Hola Soazig,
interesante reflexión esa de que el propio suelo se está curando.
Yo apuesto por acelerar ese proceso introduciendo flora de Parques Naturales colindantes