Vinos del Campo de Calatrava: Esencia volcánica

Los vinos del Campo de Calatrava han sido los protagonistas esta semana en Entre Vinos, de SER Ciudad Real, presentado por el periodista Agustín Cacho Borrás y el editor de www.agroclm.com, Antonio Gómez Olmos, y donde el presidente de la Indicación Geográfica Protegida (IGP), Ramón Muñoz de la Cuerva, hablaba de la producción de este año, presentada ante blogueros y periodistas en el acto «Vendimiando entre volcanes».

Se trata de unos vinos singulares en los que destacan factores como el vínculo histórico de la producción de vino en este territorio, y la influencia del origen volcánico o la orografía diferente de los suelos de cultivo que repercuten no solo en el clima, sino en la composición y sabor de los vinos.

Un trabajo de investigación que ha realizado actualmente la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y que forma parte del amplio estudio para obtener la distinción de Denominación de Origen vinícola. Esta investigación ha arrojado datos como que la comarca del Campo de Calatrava comparte una historia vinícola en común, que se remonta hasta el siglo 5 a.C. gracias a las evidencias encontradas en los yacimientos arqueológicos de la comarca.

Ramón Muñoz de Cuerva indicaba que como marca de calidad la IGP Vino del Campo de Calatrava quiere tener una diferenciación de sus productos, “significarnos en el mundo del vino, hacernos diferentes por algo, demostrar que nuestros vinos tienen una peculiaridad respecto a los demás, y a la vez sea un valor añadido en el mercado internacional”.

Razón por la cual esta agrupación, compuesta actualmente por 6 bodegas y 2 cooperativas, se constituyó en 2011, dentro de la apuesta de la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava por obtener un reconocimiento de calidad del vino producido en la comarca y conseguir la actual mención de IGP (Indicación Geográfica Protegida) y, en un futuro, el reconocimiento de Denominación de Origen.

Los vinos del Campo de Calatrava se diferencian de otros en que sus variedades tradicionales, Airén y Cencibel, que componen el mayor porcentaje de cultivos, mantienen desde hace siglos una gran adaptación al ecosistema de la zona, conociendo bien su sistema de producción y logrando cosechas de buena calidad.

El resto de nuevas variedades han ido, en combinación con las anteriores, aportando nuevos sabores y aromas que resaltan los caracteres organolépticos de los vinos tradicionales. Mayor duración de los aromas y resistencia a la oxidación, entre otras, han sido algunas de las virtudes de las variedades adoptadas.

 

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