La brecha salarial se mantiene en el campo, ¿es cuestión de fuerza o de desigualdad?

trabajadora

Celia Arcos (EFEAGRO). Mientras que el salario medio en el campo ha subido en los tres primeros meses del año, respecto al 2022, la brecha entre lo que ganan hombres y mujeres se mantiene, para algunos, fruto de la diferencia entre las labores que realizan y, para otros, causa de la desigualdad que sigue sufriendo la mujer.

En total, el salario medio en la agricultura ha subido, en total ha pasado de los 49,1 euros de jornal durante los tres primeros meses del 2022 a 52,1 en el mismo periodo de este año, según el estudio sobre Índices y Salarios Agrarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

El estudio señala que las mujeres han percibido menos que los hombres en todas las categorías de trabajo excepto en una, operadores de maquinaria agrícola móvil.

Al detalle, el salario de los hombres en los tres primeros meses del año se ha incrementado y ha pasado de un jornal de 48,7 en el primer trimestre de 2022 para contratos indefinidos a 51,8 euros en el mismo período de 2023.

Y el sueldo medio de las mujeres también ha subido, de los 43,1 euros en los tres primeros meses de 2022 para los contratos indefinidos a 45,5 euros en el mismo periodo de 2023.

A pesar de estos incrementos, la cantidad que perciben las mujeres en el campo mantiene la tendencia a la baja en comparación con el que reciben los hombres, tanto para contratos indefinidos como para contratos temporales, en ambas categorías alcanza los cuatros euros de diferencia por jornal.

¿Cuestión de fuerza?

El director del Sector Agrario de la empresa de contratación y recursos humanos de Adecco, Ferrán Mata, sostiene que la diferencia salarial entre hombres y mujeres en este sector se da, en gran medida, debido a las variaciones en los pagos por productividad.

Mata explica a Efeagro que muchas de las labores que se realizan en el campo tienen «bonus» en sus salarios por hacer además determinadas actividades, y pone como ejemplo el caso de los cítricos, con el manejo y transporte de cajas con estas frutas.

Realizar actividades como el paletizado supone un «plus» en el salario y, debido a una «cuestión física», lo suelen realizar tradicionalmente hombres, lo que termina por provocar una distancia con las cifras salariales de las mujeres.

Ellas hacen más en el campo trabajos «cualitativos», como la recogida de la fresa que, a juicio del responsable de Adecco, es un trabajo «más delicado», que no requiere tanta «fuerza física».

Señala que este hecho puede producir un «efecto distorsionador» a la hora de calcular el salario medio y medir la brecha que hay entre hombres y mujeres.

El motivo sería que, en zonas como Huelva, la recogida de la fresa, realizada en mayor porcentaje por mujeres, dura unas seis horas y media, y en otras como Zaragoza, con la recolección de la cereza y el melocotón, hecha por ellos, dura unas ocho horas, de ahí también la diferencia en el jornal, según ha explicado.

La presidenta de la Federación de Asociación de Mujeres Rurales (Fademur), Teresa López, descarta, sin embargo, que el problema de la brecha salarial se encuentre en una diferencia entre las labores que realizan ambos.

López defiende que hay mujeres «al frente de explotaciones agrícolas» que desempeñan las mismas labores que los hombres «sin ningún tipo de problema».

Para la presidenta, es el «momento de romper con determinados estereotipos y justificaciones que se emplean para incluir la discriminación a la hora de conformar los salarios».

Y va un paso más allá al pedir «darle una vuelta al cómo están conformados los salarios» y el valor que se le da los distintos procesos.

«La parte del manipulado es tan importante como el número de kilos que se carguen», advierte a la vez que afirma que, este primer oficio «está peor remunerado porque se considera un trabajo más sencillo, cuando los dos son igual de importantes».

Incidencia en la despoblación

La brecha salarial que sufren las mujeres que trabajan en el campo repercute en la capacidad que este colectivo tiene para quedarse en los pueblos, una opción que depende de la «independencia económica» de ellas.

Tal y como señala la presidenta de Fademur, «cuánto más sólidos e independientes» sean los ingresos de ellas, más posibilidades tendrán de quedarse en los pueblos y no tener que recurrir, en cambio, a buscar otras opciones de trabajos mejor remunerados en el entorno urbano.

A su juicio, la solución a esta brecha pasa por «negociar los convenios colectivos» para «rehacer y redefinir» el valor que tiene cada uno de los trabajos que se desarrollan en el campo para que las mujeres «puedan quedarse en estos entornos en plena igualdad».

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