El sector agrario en España enfrenta grandes desafíos debido al cambio climático. La evidencia de fenómenos como sequías y plagas, cada vez más recurrentes, plantea una amenaza directa para la producción agrícola.
Sin embargo, a pesar de estas evidencias, el ritmo de implementación de medidas de adaptación en el sector agrario sigue siendo bajo, o al menos, mucho más lento de lo deseable, indican de la Fundación Global Nature.
Proyecto «AgriAdapt»
En este contexto, surge una pregunta fundamental: ¿Qué impide a los agricultores y agricultoras adaptar sus cultivos a estas nuevas condiciones climáticas? Para responder a esta cuestión, Fundación Global Nature ha puesto en marcha el proyecto «AgriAdapt: Adaptación al cambio climático en el sector agrario». Más allá de las soluciones técnicas, AgriAdapt explora mediante una investigación sociológica las razones psicológicas, culturales, sociales y económicas que frenan la implementación de prácticas agrícolas adaptativas en el sector.
«Sabemos que el cambio climático está aquí y está afectando a nuestros campos, pero para lograr una adaptación efectiva, debemos primero entender las barreras que impiden al sector agrario dar el paso» afirma la coordinadora del proyecto y responsable de cambio climático de Fundación Global Nature, Vanessa Sánchez.
Esta primera parte del trabajo, que se ha realizado en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Navarra, trabaja en identificar obstáculos que enfrentan estos profesionales del sector ante los desafíos del cambio climático, y destaca algunos como la falta de recursos financieros y apoyo técnico, y también aspectos sociológicos. Además, el estudio que se centra en cuatro cultivos clave (cereales, viñedos, olivares y frutos secos), busca ofrecer herramientas útiles para los responsables de la toma de decisiones.
Frustración ante la legislación vigente, falta de recursos y percepción social
De este estudio, se desprende que uno de los hallazgos más reveladores es el sentimiento generalizado de frustración entre los agricultores con respecto a la legislación vigente, así como una tendencia a meter en el mismo saco todas las discrepancias administrativas con un gran número de temas ambientales.
Según los resultados del estudio, en todos los territorios analizados, los profesionales del sector perciben que las políticas medioambientales priorizan la protección del entorno natural por encima de las necesidades y la viabilidad económica de sus explotaciones, y el cambio climático se percibe como otra vuelta de tuerca ambiental más.
«Necesitamos que la administración pública empatice más con nosotros», son declaraciones de agricultores en los talleres realizados para el informe. «Esta percepción ha generado tensiones y un sentimiento de descontento, ya que muchos sienten que se les imponen regulaciones sin tener en cuenta las particularidades de su actividad», detalla Sánchez.
En esta línea, algunos participantes apuntaron, por ejemplo, que «la agricultura es como un sándwich, con precios que van a la baja, costes que van al alza y una serie de presiones, exigencias y burocracia que ahogan al sector,» en relación al sentimiento de «carga y estrés» al que se enfrentan en su día a día.
En esta misma línea, el informe señala que la baja rentabilidad de las explotaciones, unida a una excesiva carga burocrática, constituye uno de los mayores obstáculos para la sensibilidad del sector hacia cualquier aspecto medioambiental, incluyendo el cambio climático.
A pesar de que los profesionales del sector reconocen los impactos visibles del cambio climático (como la mayor frecuencia de sequías, plagas y fenómenos extremos), las opiniones están polarizadas en cuanto a la relación directa entre estos fenómenos y el cambio climático.
En algunos casos, incluso, se cuestiona si el cambio climático es una realidad o una excusa para imponer más restricciones. “Uno de los mayores riesgos que afronta un sector frente al cambio climático es, en primer lugar, no reconocerlo, negar un problema te hace más vulnerable” incide Sánchez.
Entonces, ¿Cuáles son las palancas de cambio?
A pesar de estas limitaciones, muchos agricultores están dispuestos a implementar cambios en sus prácticas, y lo hacen demandando «soluciones con garantías de rentabilidad y soluciones realistas «.
Este último punto es clave porque como declara Sánchez «una transición justa hacia un sector agrario adaptado al cambio climático solo sucederá si se acompaña de una financiación adecuada, a través de incentivos más allá de penalizaciones o imposiciones, y sobre todo de un asesoramiento técnico específico».
La coordinadora técnica de Global Nature apunta, así, que «las soluciones no pueden ser medidas genéricas impuestas a través de políticas, sino que, en cada caso, para cada explotación y territorio las medidas deben diseñarse específicamente entre asesores técnicos y los propios agricultores y agricultoras, que son quienes mejor conocen su explotación».
Un estudio basado en la colaboración territorial
El informe se ha desarrollado en colaboración con cooperativas agrícolas de los territorios en los que se está llevando a cabo el proyecto, como la Cooperativa Artajona y la Bodega San Gregorio en Navarra; las bodegas de la Asociación de Terres dels Alforins y la Cooperativa de Viver en la Comunidad Valenciana, y la Cooperativa Alta Alcarria en Castilla-La Mancha. En total, 202 agricultores y agriculturas han participado, aportando datos clave.
A partir de los hallazgos de esta investigación, AgriAdapt está creando estrategias adaptadas a las circunstancias de cada región, que incluyen desde asistencia técnica personalizada hasta el acceso a herramientas innovadoras como la plataforma CANARI diseñada para detectar los impactos del cambio climático y ayudar a los agricultores a tomar decisiones informadas e implementar medidas de adaptación.
Además, el informe incluye recomendaciones clave para avanzar hacia la adaptación en el sector agrario, promoviendo un enfoque colaborativo que involucra a todos los actores del sector.