PAC para hoy y agua para mañana. José María Fresneda, Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha

Fresneda

Aunque la reforma de la Política Agraria Comunitaria (PAC) se aplicará a partir de 2020 y el debate está abierto, lo cierto es que estamos en un momento decisivo, pues de las negociaciones de hoy saldrán las bases de la futura PAC. De hecho, se producirá una mini reforma, con cambios que se aplicarán a partir de 2018 a través del denominado Reglamento Ómnibus.

La Comisión Europea ha puesto sobre la mesa los textos que marcarán la reforma de 2020, pero el objetivo es que dicho reglamento sea adoptado a partir de mediados de 2017 para dar un plazo a las administraciones y agricultores y ganaderos a adaptarse a los mismos. Por eso, el tiempo apremia más de lo que imaginamos.

El último viaje a Bruselas en representación de ASAJA de Castilla-La Mancha, nos alertó de que las modificaciones planteadas por la Comisión, pueden tener un impacto significativo. En las reuniones que mantuvimos con representantes de la Comisión y el Parlamento Europeo, de la Representación Permanente de España ante la UE (REPER) y del COPA-COGECA, no sólo recogimos impresiones de las partes negociadoras, sino que además pudimos trasladar las demandas de los agricultores y ganaderos castellano-manchegos.

Entre las paredes de los organismos e instituciones europeas, se habla de la definición de agricultor activo, de los jóvenes que quieren incorporarse al campo, del desarrollo rural, de la cadena alimentaria, del medio ambiente y del cambio climático y de un sinfín de aspectos que suponen los fundamentos de lo que será la agricultura y la ganadería del futuro. Y tengo la sensación de que, sin un modelo de agricultura definido (ni nacional ni regional), estamos llegando tarde las negociaciones de Bruselas.

La PAC siempre ha puesto herramientas para el desarrollo de la actividad agropecuaria. En la actualidad, las ayudas procedentes de Europa se convierten en indispensables para el agricultor español, pues le suponen el 30% de su renta. Así pues, el sector agropecuario todavía necesita un empujón para consolidarse. Las explotaciones castellano-manchegas requieren de una apuesta clara y decidida para mejorar las infraestructuras, ahorrar en costes de producción y aumentar la presencia del productor en la cadena agroalimentaria y, en definitiva, para asegurar a los agricultores profesionales la viabilidad económica.

Los cantos de sirenas nos amenazan con que las ayudas de la PAC no serán eternas y los desafíos que se avecinan no son pocos. Para entonces, debemos estar preparados y contar con explotaciones competitivas y rentables en un mercado ya globalizado. Pero la rentabilidad depende de muchos factores. El más importante es el agua, fuente de riqueza indiscutible. El secano ya no es una opción para vivir y, en el mapa de España, Castilla-La Mancha sigue siendo una gran mancha marrón.

En vez de corregir el 13% de déficit que sufre la región en materia hidráulica, el agua sólo sirve para hacer política destructiva. Se promueve un gran pacto nacional desde hace casi una década que, en realidad, nunca se ha tenido voluntad de realizar. La pregunta es ¿por qué no se soluciona el problema, se termina el debate y se invierte en distribuir el agua de dónde excede a dónde escasea, tal y como ocurre en carreteras o telecomunicaciones, si todos estamos de acuerdo en que el agua es fuente de riqueza?

La respuesta solo la podemos encontrar si tenemos en cuenta que el agua es un negocio y que los intereses económicos siempre prevalecen. A partir de ahí, como diría el filósofo, el fin justifica los medios, aunque ello suponga vulnerar la voluntad de unos, exigir solidaridad a otros y ocultar las cuentas a todos.

Los responsables son aquellos que dicen apostar por el sector. Porque si de verdad les interesase el futuro de la agricultura castellano-manchega, “mañana es tarde” para poner en marcha las infraestructuras necesarias que traigan agua a la región. De lo contrario, dejaremos de hablar de futuro  de la agricultura y nos acordaremos de ella como algo ya pasado.

Hartos del discurso político, de los grandes pactos y de las falsas expectativas en proyectos que siempre desvanecen, los agricultores y ganaderos castellano-manchegos protestarán en la calle el próximo día 6 de Abril, en las movilizaciones que ha convocado ASAJA de Castilla-La Mancha bajo el lema “Sin campo no hay vida”.

Entre otros asuntos, la tabla reivindicativa recoge las demandas de los productores en esta materia, tales como una gestión pública y transparente de los recursos hídricos basada en revertir los beneficios del agua en inversiones hidráulicas. Inversiones que debe servir para crear infraestructuras que distribuya el agua de donde hay a donde no hay y almacene la del invierno para el verano.

Lo que no podemos tolerar es que los fondos para infraestructuras hidráulicas se desvíen mientras que a los productores de la región se les aplican limitaciones, prohibiciones y sanciones, a la vez que ven pasar el agua delante de ellos y, a pocos kilómetros de sus explotaciones, se implantan miles de hectáreas de regadío con dotaciones enormes.

El sector agrario de Castilla-La Mancha necesita agua y ASAJA CLM tiene una propuesta que redundaría en beneficio del principal sector que sustenta la economía de la región, un plan de regadío que garantice el futuro y la riqueza de nuestra región: 1.500 hm3 para 500.000 hectáreas a 20 años. Porque no se nos olvide sin agua, no hay campo y “Sin campo no hay vida”.

José María Fresneda, Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha

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