La variedad chardonnay tiene su origen en la región de Borgoña en Francia, aunque hoy día se trata de una de las variedades blancas más extendidas en el viñedo mundial.
Sus racimos son vigorosos con un hollejo poco consistente, por lo que la recolección debe ser cuidadosa. En cambio, la chardonnay es una uva con gran carga aromática y probablemente la que mejor se adapte a su paso por barrica.
Se trata además de una uva versátil, que además se ha adaptado muy bien al viñedo manchego ya sea ensamblada con otras variedades blancas o en vinos de categoría monovarietal. Los chardonnay manchegos sorprenden al paladar por su potencia de primarios en nariz, marcadamente tropicales, que junto a una adecuada acidez y frescura los convierten en vinos jóvenes de paso muy agradable en boca.
Este año la vendimia de la blanca chardonnay vino con adelanto, como fue el ejemplo de la bodega Vinícola de Tomelloso. Precisamente, en este municipio, la Bodega Almazara Virgen de las Viñas también se esmerado en su vendimia con nocturnidad y premeditación. Como explica Ángel Álvarez, técnico de campo, se “busca garantizar sus aromas primarios en estas primeras variedades y también buscar un ahorro de coste energético en el control de la temperatura para la fermentación”.
Adelanto pero con calidad
La premura en su recolección no restado calidad al buen estado del fruto, como insiste Álvarez. “Es un año característico con baja pluviometría y ausencia de enfermedades pero la uva ha llegado muy bien. Aunque ha acumulado azúcar antes de lo previsto, la acidez se ha mantenido”.
Su entrada en bodega llega compartiendo protagonismo con otras variedades foráneas pero con muy buena respuesta en el viñedo manchego, como la sauvignon blanc o la moscatel de grano menudo.
En la actualidad, la uva chardonnay es la quinta más implantada en La Mancha.
