La igualdad ha llegado para quedarse. Tomás Merino (Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha)

Llevamos unos años hablando de igualdad, hablando de la participación de la mujer en las cooperativas, hablando de su baja participación en la toma de decisiones y analizando los techos de cristal a los que nos enfrentamos para disminuir los desequilibrios existentes entre su condición de socias y su participación en los puestos directivos y de toma de decisiones. Pero los pasos que dan, los que dais hacia adelante son lentos.

Hoy quiero ir un poco más allá para reflexionar sobre la realidad que nos encontramos en nuestro día a día como empresas de economía social.

La Constitución Española de 1978 regula la igualdad como Derecho Fundamental.

Vivimos en un mundo cada vez más globalizado, donde la toma de decisiones tiene impacto muy importante sobre los mercados y el día a día que vivimos en el medio rural. En nuestra esencia como cooperativas llevamos algo que cualquier empresa de corte capitalista podría pasar por alto: nuestro compromiso con el entorno que nos rodea, nuestro compromiso con las personas que componen las cooperativas. ¿Qué sería de las cooperativas si no existiesen estas personas? ¿Quizás un banco de tierras? ¿Quizás empresas de capital que se deslocalizan y controlan el precio de los alimentos producidos? Reflexionemos, no esperemos a que las cosas ocurran…debemos poner en marcha los mecanismos necesarios para que apliquemos medidas concretas en la preocupación por la comunidad y por la igualdad.

Siguen imperando los estereotipos

Presten atención, las personas que componen las cooperativas son el 10% de la población de Castilla-La Mancha. Nuestra región tiene más del 90% de los municipios con menos de 5.000 habitantes, y en un gran número de ellos, la principal fuente de creación de renta y riqueza parte de una cooperativa agroalimentaria, formada por hombres y mujeres que sacrifican su vida por conseguir mejorar el valor de los productos agroalimentarios que se comercializan.

Partimos de una situación donde, con una base social de más de 160.000 personas asociadas a cooperativas, más de 36.000 son mujeres, mujeres que conocen de las verdaderas necesidades que existen en sus hogares, de la problemática a la que se enfrentan día a día en los hábitos y tendencias de consumo, en la conciliación de la vida personal, familiar y profesional, etc.

En el medio rural, aún siguen imperando estereotipos o roles del pasado que hacen que hombres y mujeres nos dejemos llevar por la costumbre que nos han implantado nuestros padres, madres y abuelos.

Dar un paso al frente

Las mujeres tenéis que dar un paso al frente para tomar decisiones, para implantar de una vez por toda la diversidad en las cooperativas, para implantar nuevos puntos de vista que incorporen decisiones más diversas, que aporten nuevos horizontes más allá de la transformación y comercialización de productos agroalimentarios.

Si el 80% de las decisiones de compra las toman las mujeres, ¿por qué no utilizamos esto como herramienta para que se incorporen más mujeres a los puestos de toma de decisiones?

Presten atención, los datos hablan de desigualdad, pero más allá de lo que cuesta que las mujeres den pasos adelante para participar de la vida activa de la cooperativa como socias y consejeras, necesitamos trasladar a todas las personas que componen las cooperativas que la IGUALDAD HA LLEGADO PARA QUEDARSE.

Las cooperativas agroalimentarias de los próximos años deben contemplar nuevos escenarios de incertidumbre, de diferenciación y de respeto a nuestro entorno, a las personas y al medio ambiente…en definitiva, RESPETO POR LA DIVERSIDAD Y LA SOSTENIBILIDAD.Debemos avanzar hacia nuevos estilos de liderazgo, donde se contemple todo el talento disponible en el medio rural. Presten atención, tenemos las generaciones mejor formadas de la historia, pero por falta de oportunidades, abandonan los pueblos que les vieron nacer para buscar oportunidades lejos del sector agroalimentario.

La sostenibilidad con gran reto

Aquí tenemos una de las claves de por qué tenemos que apostar por la igualdad. Uno de los grandes retos para las cooperativas es su sostenibilidad, no solamente en términos de valor y volumen, sino de sostenibilidad de la masa social. Aquí las mujeres juegan, jugáis un papel más que relevante, sois verdaderas agentes de vertebración del medio rural, pero a la vez jugáis un papel relevante en la toma de decisiones y de las tendencias de consumo de productos agroalimentarios.

Los planes de igualdad son una herramienta muy potente para asumir los nuevos retos que las cooperativas tenemos en los próximos años. La igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres afecta directamente a la disponibilidad de recursos. Vivimos en un mundo donde los recursos son escasos, y en el medio rural, aún más.

Según informe de organismos internacionales como el FMI, OCDE, o el Instituto Europeo de Igualdad de Género, la aplicación de políticas de igualdad en las empresas permitiría crear hasta 10,5 millones de empleos en la UE y hacer crecer el PIB global sobre un 10% en el año 2050 (siendo esta cifra mayor en el caso de España, donde aún siguen existiendo grandes barreras a la aplicación de políticas efectivas de igualdad, más aún en nuestro medio rural). Aplicando en este sentido medidas de eficiencia, se podrían solventar uno de los problemas a los que nos enfrentamos las cooperativas en el horizonte del 2050: el reto demográfico, al estar gravemente afectadas por el envejecimiento de la población y de nuestra masa social.

Si ayudamos a las mujeres del medio rural a que participen de una forma más eficiente en de la vida del mismo, participarán más de la vida de las cooperativas, y a buen seguro, esto tendría un mejor impacto sobre la sociedad y por tanto, sobre NUESTRAS VIDAS.

Discriminación positiva

Más allá de las ayudas públicas y de los valores que nos obliga como empresa de economía social, quiero que reflexionen y que se den cuenta que los planes de igualdad nos permitirán, a buen seguro:

• Aumentar la cantidad potencial de recursos humanos disponibles, ya que conseguiremos atraer, a la vez que retener talento.

• Mejorar la productividad al permitir el trabajo en equipo en condiciones de diversidad.

• Mejorar las condiciones de conciliación del trabajo a la vez que las de la familia, por lo que introduce mecanismos de motivación adicional a las plantillas y a la masa social, mejora el clima laboral, disminución de los conflictos y mejora de la eficiencia como empresas del medio rural que somos.

• Incorporar diferentes estilos de liderazgo aportando un nuevo valor intangible al capital estructural de nuestras cooperativas que a buen seguro puede incorporar nuevas innovaciones beneficiosas para nuestro futuro.

La igualdad ha llegado para quedarse. No le demos la espalda y comencemos a trabajarla, para ver lo que puede aportarnos. Termino este artículo con una reflexión de Alejandro Jodorowsky, escritor y director de cine que nos dice lo siguiente: Si a un huevo lo rompe una fuerza externa, se acaba la VIDA. Si lo rompe una fuerza interna, COMIENZA LA VIDA. Comencemos a cambiar desde nuestro interior para hacer las cooperativas más diversas.

Tomás Merino. Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha

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