Es un hecho que estamos asistiendo a un cambio profundo en nuestra sociedad actual con una preocupante ausencia de valores en general y unas marcadas carencias afectivas. Es un hecho innegable que las mascotas, fundamentalmente, perros y gatos cumplen un papel de alto valor como elementos de compañía para personas que sufren la soledad. Esta situación es mucho más acusada en el entorno urbano, donde quizás se producen muchas situaciones de soledad y carencia afectiva, por la masificación y el modo de vivir en ellos. Precisamente desde las grandes ciudades, comprobamos la tendencia a una sacralización de los animales en detrimento de las personas, precisamente por el desconocimiento que aquí se tiene del mundo rural y lo que a éste rodea.
Esas corrientes, poco a poco van calando también en nuestros pueblos, sobre todo en los más grandes. Si miramos a nuestro alrededor, observamos cómo se dispensan a las mascotas cuidados y servicios, que probablemente se le escatimen a algunos familiares más cercanos. No es raro ver a quienes viven gracias a los subsidios públicos, son propietarios de un número de mascotas nada despreciable, cuyos cuidados pagamos entre todos, por cierto.
El auge y moda de poseer mascota, fundamentalmente perros y gatos de las más diversas razas y condiciones, se están empezando a producir situaciones de conflicto, dando lugar a situaciones que todos vemos cotidianamente en nuestras calles. Fruto de todo este “buenísimo idílico”, se ha impuesto en la sociedad la filosofía animalista, que propugna el culto al animal, promoviendo el sacrificio cero y que ayudados por no pocas publicaciones escritas y audiovisuales dirigidas a un público infantil, fácil de manipular, están infiltrándose en los medios de comunicación y centros de enseñanza con el fin de adoctrinar a los pequeños de cara a un futuro incierto en éste aspecto, que no me cabe duda, también entraña unos intereses económicos ocultos nada despreciables
Todo ello, ante la impasibilidad ignorante o mucho peor, cobarde, de nuestros dirigentes incapaces o poco interesados en erradicar de raíz estas prácticas insalubres, nocivas y peligrosas, que pudieran suponer un foco de enfermedades. Considero un error alimentar a los gatos en nuestras calles, porque pudiéramos estar atrayendo a ratas y ratones, que tienen una fuente de alimento fácil.
Con respecto a los perros, con relativa frecuencia podemos ver en los medios de comunicación agresiones de perros encuadrados en el perfil de las denominadas razas peligrosas, y en el que los dañados han resultado ser niños o personas relativamente mayores, cuyas consecuencias han sido dispares. Por su particular dureza ha resaltado la agresión a un niño, al cual destrozaron ambas orejas y parte de las nalgas y sobre todo, mucho más grave y con trágicas consecuencias la padecida por un agricultor en la provincia de Castellón, donde un grupo de perros asilvestrados y fuera de control lo atacó y acabó con su vida.
Recordemos que los perros asilvestrados, son una de las principales causas de los accidentes con víctimas mortales producidos en nuestras carreteras y que además junto con los gatos asilvestrados suponen una amenaza para las especies silvestres, no solamente de carácter cinegético, sino también de las que están protegidas o en peligro de extinción.
Es cuestión de tiempo que en Castilla la Mancha se produzca alguno de estos hechos y que pudiera acarrear trágicas consecuencias, teniendo en cuenta que en pocos días comenzaran a llenarse nuestros campos de personas en busca de frutos silvestres, particularmente espárragos, collejas o cualquier otro.
Estas personas, en su inmensa mayoría jubilados que pueden disponer de tiempo para ello, pudieran verse enfrentados con cualquiera de estos animales, que fruto de la falta de escrúpulos de sus propietarios, vagan sin control por el ámbito rural, bien por haber sido abandonados o bien por desidia y falta de diligencia en su cuidado y mantenimiento, convirtiéndose así en un peligro, que no se puede tratar a la ligera.
Hasta ahora estos animales descontrolados se podían abatir por miembros de la vigilancia especializada, quienes mediante autorizaciones administrativas podían evitar situaciones de riesgo indeseado y problemas graves.
Nuestros gobernantes autonómicos, han claudicado ante unos planteamientos ajenos a la realidad de nuestro entorno rural más cercano y en el caso de producirse una tragedia como la de Castellón, estoy seguro que el Consejero/a responsable del área, se verá abocado/a a dar muchas explicaciones.
Fruto de todo ello y por sus compromisos electorales, se han visto obligados a emprender una nueva Ley, llamada de Bienestar Animal, Protección y Defensa de los Animales, donde se ha dejado todo el poder a quienes, bajo mi punto de vista, pretenden y a buen seguro conseguirán dotar a los animales de derechos más que cuestionables invistiéndolos de unas consideraciones iguales a las personas, algo, que bajo mi criterio personal, me parece totalmente ilógico.
Entiendo, que nunca podrá hablarse de educación cuando nos referimos a un animal, sí podremos hablar de adiestramiento y este debe proporcionárselo siempre su dueño, único responsable de los actos del animal y sobre todo nunca podremos hablar de derechos, sin hablar de obligaciones, algo que en buena lógica, tampoco podemos exigirles.
Si podremos exigir a sus propietarios un trato digno, que dentro de unos parámetros razonables nadie podrá cuestionar y, sobre todo, endurecer los castigos a quienes teniendo a su cargo un animal no lo mantengan en las condiciones que sanitariamente se determinen por Ley, o no proporcionándole unas condiciones higiénicas dignas.
Todo ello, teniendo en cuenta que no todos los animales tienen el mismo fin, unos son meros animales de compañía y otros están destinados al trabajo u otros fines para los que fueron creados o adiestrados.
Parece, que lo que realmente conseguirá el gobierno Regional con esta Ley es que esta sea una herramienta de adoctrinamiento perfecto y sistemático subvencionando jugosamente a aquellos que se le han impuesto.
Juan de Dios García Martínez
Vicepresidente Primero de la Federación de Caza de Castilla la Mancha
Delegado Provincial de Albacete