El Seguro Agrario, más que una jitanjáfora. Ignacio Molina, coordinador del Grupo de Trabajo de Seguros de Cooperativas Agro-alimentarias de España

Jitanjáfora, dícese de la composición poética formada por palabras o expresiones carentes en sí mismas de significado y cuya función radica en sus valores fónicos, que pueden cobrar sentido en relación con el texto en su conjunto.

Es obvio que el seguro agrario despunta como un instrumento que supera con creces lo anteriormente expuesto, no es poesía pero sí es una herramienta de gerencia de riesgos palpable, con significado y con valor agregado.

Recapitulemos hechos inopinables; en los primeros 5 meses de este ejercicio 2018 contabilizamos más de 200.000 hectáreas arrasadas por las inclemencias climáticas, con un impacto severo y una estimación de indemnizaciones que roza los 200 millones de euros, resultado de una miscelánea de riesgos: heladas, pedrisco, lluvia, viento e inundaciones.

Parece que fue ayer cuando el riesgo de sequía, pertinaz a todas luces, esquilmaba explotaciones, ya fueran agrícolas o ganaderas, sin misericordia, convirtiendo al ejercicio 2017 en el segundo año con mayor siniestralidad de toda la serie histórica de 40 años -edad por cierto del Sistema de Seguros agrarios, para nada baladí-, y riesgo éste con secuelas en los primeros meses del ejercicio 2018 en la línea de Pastos, con indemnizaciones de 11,6 millones de euros.

Frutales y cítricos, los más perjudicados

Frutales ha resultado ser la producción más perjudicada por las adversidades meteorológicas. Las bajas temperaturas registradas a finales de febrero y que posteriormente se repitieron en el mes de marzo causaron daños por helada en fruta temprana y extra-temprana (sobre todo melocotón, nectarina y paraguayo). Posteriormente, las reiteradas tormentas de pedrisco caídas desde el comienzo del mes de marzo han vuelto a provocar daños en estas producciones. A todo ello, hay que unir que esta meteorología adversa ha ocasionado, además, daños por falta de cuajado. En total, hasta la fecha de este artículo, la indemnización prevista asciende a casi 70 millones de euros.

Cítricos, a continuación, sobresalen como la producción más afectada, principalmente por lluvia y viento, que se repitieron durante los primeros meses del año y que además provocaron rajados, caídas y otras alteraciones en la piel de los frutos, sin olvidar la merma por heladas. El resultado de estos fenómenos es una previsión de indemnización que asciende a casi 20 millones de euros.

Cereales, Caqui y Hortalizas manifiestan sus daños con un total de indemnización estimada que supera los 33 millones de euros.

Plátano en Canarias y Fresa, Fresón y Frutos Rojos en Huelva han sufrido también el azote del viento este comienzo de año; el primero cifra en 6 millones de euros la indemnización prevista; los segundos, tanto producción como estructuras de invernadero, una estimación de 3,5 millones.

Capítulo aparte merece la superficie asegurada en las zonas anegadas por la crecida del río Ebro, 12.000 hectáreas. Hasta el momento se están recibiendo declaraciones de siniestro y se están realizando tareas de tasación de los daños, siendo una osadía lanzar estimaciones de daños, pero éstas serán de enjundia.

En definitiva, subrayar el mensaje que defendemos con vehemencia desde Cooperativas Agro-alimentarias de España y es recordar a los agricultores y ganaderos la conveniencia de contar con un Seguro Agrario para sus explotaciones, ante las extremas y muy variables condiciones meteorológicas que se están produciendo y sus perjudiciales efectos para sus producciones.

Hoy por hoy, el seguro agrario no es el Bálsamo de Fierabrás, pero sí es el mejor instrumento para proteger los diferentes tipos de explotaciones y no tentar al azar, caprichoso y peligroso.

Por Ignacio Molina, coordinador del Grupo de Trabajo de Seguros de Cooperativas Agro-alimentarias de España

 

 

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