Algunas sugerencias al Gobierno regional. José María Fresneda. Secretario General de ASAJA CLM

Fresneda

La nueva legislatura en la región no traerá grandes sorpresas, previsiblemente. Dado que la Administración sigue en manos del anterior Gobierno, se espera una política de continuidad. También para el sector agrario. No obstante, desde la organización agraria ASAJA de Castilla-La Mancha, creemos que hay cosas que cambiar y, otras, que se pueden mejorar.

La primera prioridad es tener una Consejería de Agricultura fuerte, con mayor capacidad de influencia política y económica y, por tanto, con mayor presupuesto para llevar a cabo actuaciones en beneficio del sector agropecuario y, por ende, del medio rural. Y esto, no es porque lo diga yo, sino por lo que representa el mismo sector agrario en la región.

Hemos acogido con agrado la integración de las competencias del Agua en la Consejería de Agricultura. Es una reivindicación histórica de nuestra organización y creemos que es una buena base para afrontar el reto al que se enfrenta la región en los próximos años como es el de lograr agua suficiente para su desarrollo y para ponernos al nivel del resto de autonomías.  Es necesario que, en estos cuatro años, Castilla-La Mancha defina un mapa de cultivos, en el que se incluyan las necesidades de agua para que nuestros agricultores puedan realmente competir en los mercados.

Si tenemos un déficit del 13 por ciento respecto al territorio nacional, acuíferos explotados y un trasvase por el que vemos el agua pasar, quizá hay que cambiar leyes que atentan contra los intereses y necesidades de la sociedad castellano-manchega.

Según el informe “En clave Agro”, que analiza los principales indicadores de la actividad agraria en España y que ha sido recientemente publicado por Bankia, Castilla-La Mancha es la región en la que la agricultura y la ganadería tienen el mayor peso en la actividad económica de todo el país. Concretamente este sector representa un 9,1% del valor añadido bruto (VAB) regional. Le siguen Extremadura (8,6%), Andalucía (6,5%) y Aragón (6,3%). Y, en el extremo opuesto de la lista, Baleares y País Vasco (0,8%) y Madrid (0,1%).

Vistas las cifras, ni qué decir tiene la posición que debería tener esta región en las decisiones que se tomen a nivel nacional.  Las políticas agrarias que se determinen en el Ministerio deben tener en cuenta, y mucho, los intereses de esta región. Para ello, es necesario una Consejería de Agricultura capaz de colocar al campo regional en la posición nacional que se merece.

E, incluso, más allá de nuestras fronteras. Nuestra agricultura y ganadería deben tener una representación potente en Bruselas, porque allí se determinan las grandes líneas que marcan la política nacional agraria y, consecuentemente, el desarrollo y la competitividad de nuestro sector agropecuario.

Otra de las grandes asignaturas pendientes de la Administración regional es mejorar la burocracia que afecta a nuestro sector. El agricultor y el ganadero entienden de producir en el campo, y no podemos hacerles perder tiempo en el papeleo que se impone desde la propia administración pública.

Y hablando de tramitaciones, la consejería de Agricultura debe poner más empeño en mejorar la gestión de las ayudas. Los fondos que recibe el sector agropecuario por producir bajo los parámetros de seguridad alimentaria, cuidado al medio ambiente y bienestar animal, provienen mayoritariamente de Europa, pero la gestión se realiza en las comunidades autónomas. Cuando se producen retrasos en los pagos, multiplican los problemas de los agricultores y ganaderos, que necesitan liquidez para hacer frente a los costes de producción. Por eso, desde ASAJA Castilla-La Mancha hemos solicitado una y mil veces un calendario de pagos. Igual que un funcionario sabe qué día recibe su nómina, un agricultor debería conocer cuándo se abonan las ayudas en sus cuentas, pues también estamos hablando de dinero público.

Por otro lado, desde ASAJA CLM solicitamos el mantenimiento de un diálogo cercano y compromiso permanentes para que, en esta nueva andadura política, se puedan asumir los desafíos a los que tiene que hacer frente el sector agrario.

En esta línea, rechazaremos de plano a aquellos que quieran acercarse a la organización que represento para debilitar las posiciones del Gobierno. Mantendremos nuestra independencia política, de profesionalidad, con propuestas encaminadas a mejorar el sistema productivo de nuestra región. No es una cuestión de colores políticos, sino de compromiso con la gente.

En cuanto al exceso de políticas conservacionistas, hay que cambiar la filosofía que, hasta ahora, ha estado dando la espalda al sistema productivo. Precisamente, es el que crea riqueza y, por tanto, evita despoblación y genera actividad para que la vida vuelva a nuestros pueblos.

Nuestra postura sobre la separación de las áreas de Agricultura y Medio Ambiente en Consejerías distintas siempre ha sido contraria. Por este motivo acogemos la creación de la Consejería de Medio Ambiente con cautela y emplazamos al nuevo consejero a que lleve a cabo políticas alejadas de la radicalidad conservacionista.

Los agricultores son los principales guardianes de la tierra y los más interesados en el mantenimiento del medio.

Las consejerías de Agricultura y Desarrollo Sostenible deben seguir yendo de la mano en esta legislatura que acaba de arrancar. Y es que son dos conceptos que no se pueden desvincular. Las políticas de desarrollo rural sostenibles tienen que ir de la mano de las políticas de apoyo a la agricultura, es de sentido común. En este sentido, deberíamos tener un sistema que prime los esfuerzos extra que se lleven a cabo en el ámbito medioambiental, de forma que se favorezca y se incentiven estas actitudes comprometidas de los profesionales del sector.

José María Fresneda, Secretario General de ASAJA Castilla-La Mancha

 

 

 

 

 

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