El envejecimiento es un reto mayor para las mujeres. Carmen Quintanilla. Presidenta de AFAMMER

La Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 1 de octubre como el Día Internacional de las Personas de Edad, con la intención de dar a nuestros mayores la importancia y el reconocimiento que merece una de las mejores generaciones de nuestra historia.

Han pasado tres décadas desde que se instituyó un día dedicado a las personas mayores de todo el mundo, pero la actual crisis sanitaria que estamos atravesando a consecuencia de la pandemia del coronavirus hace que este año sea más importante que nunca alzar la voz para pedir la protección hacia quienes están sufriendo en mayor medida las consecuencias de la pandemia.

Lamentablemente ya no podemos hacer nada por los más de 20.000 ancianos que han fallecido a consecuencia del coronavirus pero todavía podemos proteger y salvaguardar a los más de 9 millones de mayores que viven en España y que aún sufren las consecuencias físicas y psicológicas del confinamiento, y de una pandemia que aún está lejos de estar controlada.

Especialmente preocupante es la situación de las personas mayores que viven en el medio rural, sobre todo de las mujeres, quienes a pesar de vivir más años lo hacen con peor salud.

Ellas tienen una mayor tendencia a sufrir ansiedad o depresión debido fundamentalmente a que han soportado la mayor parte del cuidado de personas mayores o enfermos crónicos.

Y también es importante destacar la gran soledad que sufren. Si miramos el cómputo total de ciudadanos de todas las edades que viven solos, que en España abarca un total de 4.732.400 personas, observamos un dato desgarrador: 1 de cada 3 españoles que vive solo es una mujer de 65 años o más.

Una soledad que se agrava a medida que avanza la edad, pues el 42,7% de mujeres con más de 85 años viven solas frente al 23,6% de los hombres de su misma edad.

Son ya muchas las ocasiones en las que he denunciado la especial vulnerabilidad de las personas mayores, especialmente las de las mujeres y residentes en el medio rural, pero su fragilidad se ha agravado a consecuencia del COVID.

Las medidas decretadas durante el confinamiento han paralizado sus rutinas; limitado su libertad de movimiento y aumentado su sensación de soledad al no poder interactuar con sus familiares y amigos como hacían antes por miedo al contagio.

Por todos estos motivos, como vicepresidenta de la Unión Europea de mayores y como presidenta nacional de AFAMMER quiero hacer un llamamiento a las instituciones para que desarrollen y promuevan los mecanismos necesarios para que nuestros mayores puedan vivir una vejez activa y en paz. Y también para romper con las diferentes brechas de género en la vejez.

Pues así lo merecen quienes apartaron sus diferencias para que hoy podamos contar con uno de los periodos de más estabilidad de nuestra historia. Como bien afirmó el Papa Francisco “los ancianos son los que nos traen la historia, nos tren la doctrina, nos traen la fe y nos la dan en herencia”.

Carmen Quintanilla Barba. Presidenta nacional de AFAMMER. Vicepresidenta de la Unión Europea de Mayores (ESU)

 

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