La tierra cultivada ofrece rentabilidades entre el 4 y el 11 por ciento, excluidos impuestos y subvenciones

Según los cálculos de la empresa de tasación de fincas Tinsa recogidos en el informe ‘Suelo Agrario en España 2022’

finca

El informe ‘Suelo Agrario en España 2022’, realizado por la empresa de tasación de fincas Tinsa, apunta a que la rentabilidad media de los cultivos -excluidos impuestos y subvenciones- se mueve en una horquilla de entre el 4 % y el 11 %.

Fuentes de esta compañía han detallado que el mayor porcentaje corresponde a los cultivos de hortalizas (11 %), seguido del relativo a invernaderos (10 %); frutales y cítricos (7 %); vid (6 %); herbáceos y olivar (5 %) y pastos (4 %).

El informe arroja que la tierra dedicada a la agricultura y ganadería es un activo inmobiliario que se caracteriza por su estabilidad en términos de valor, que ha generado rendimientos medios en el último lustro entre el 0 % y el 2,5 % para la mayoría de las tipologías de cultivos.

El único cultivo con un crecimiento negativo de su rendimiento medio en valor entre 2017 y 2022 fue el de cítricos (-2,5 %).

Hectárea agrícola más cara

Según sus cálculos, la hectárea agrícola más cara corresponde a los invernaderos en regadío (158.000 euros), seguida de la de hortalizas al aire libre (72.200 euros), frutales cítricos (53.100 euros), olivar de regadío (36.200 euros) y frutales no cítricos (36.100 euros).

A su juicio, es un sector en el que existe «poca visibilidad sobre el valor del suelo transaccionado» ya que una cantidad considerable de las operaciones se corresponden con figuras alternativas a la compraventa tradicional, como herencias y donaciones.

El estudio destaca que los activos rústicos han entrado en los últimos años en el punto de mira de los inversores atraídos por el valor estable de la tierra y el potencial de mejora de los rendimientos, sobre todo de grandes superficies en regadío.

En los últimos años, Tinsa ha detectado un incremento de la inversión en modalidades intensivas o superintensivas de olivo, vid, nogal, pistacho y almendro, reconvirtiendo a cultivos leñosos superficies anteriormente destinadas a herbáceos.

Esta compañía también ha constatado que ha subido el precio que los potenciales compradores están dispuestos a pagar por una finca agraria ante las expectativas urbanísticas y de explotación energética de los terrenos.

«En las provincias de Málaga, Madrid y en País Vasco, la posibilidad de una reclasificación de los terrenos a urbanizables o urbanos elevan el precio de transacción por encima de los rendimientos agrarios», han añadido.

También explica que el interés de grupos inversores por adquirir terreno para implantar huertos solares está teniendo el mismo efecto inflacionista sobre el valor de las fincas en Aragón, Castilla y León y Andalucía, aunque es una tendencia que se está moderando tras comprobarse que en muchos casos los proyectos no salen adelante por no superar las evaluaciones de impacto medioambiental o el análisis de viabilidad. EFEAGRO

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