¡Qué caro está todo!

Y así seguirán los precios de alimentación, al menos otros seis meses

supernercado

«¡Qué caro está todo!». Este lamento, que se repite en los miles de comercios alimentarios de todo tipo que salpican los barrios y ciudades españolas y se traslada a las conversaciones diarias, es una verdad irrefutable con un origen muy anterior a la caja del súper y que tardará meses en desaparecer.

Mientras que desde el Gobierno confían en que sus medidas -la bajada del IVA- tengan traslación a los precios y al menos los contengan «más pronto que tarde» tras observar la relajación de los precios de algunas materias primas, los estudios más optimistas hablan de un horizonte de al menos seis meses.

Así, el informe realizado para la Cambra de Barcelona sobre este asunto sentencia que «la variación en los costes de producción del agricultor y el ganadero hoy tienen una correlación con el IPC de los alimentos a 6 meses vista».

La misma línea marca un informe de Caixa Bank Research que apunta que el aumento de los precios de las materias primas alimenticias en la UE alcanza su impacto máximo en el IPC de los alimentos al cabo de un año y, por tanto, en los «próximos meses, la moderación de los precios agrícolas internacionales debería ayudar a reducir la presión sobre el precio final de los alimentos en España».

Por ahora, un año después del detonante que supuso la guerra en Ucrania, los datos del IPC armonizado de febrero, el que baja al detalle de lo que cuesta llenar la nevera, ha confirmado esta semana una nueva subida en la cesta por encima del 16 %, también en los alimentos a los que se bajó el IVA hace sólo dos meses.

Los informes de los analistas, como los de PwC para la Asociación de Gran Consumo Aecoc, apuntan a que, sin esta disminución del IVA, la subida de precios habría sido mucho más alta, por encima del 18 %.

Con todo, el revuelo de argumentos y valoraciones ha tenido en esta ocasión una nueva diana que, en este caso, no se puede defender ni decir que también es una víctima de la situación.

Y es que en el argumentario oficial para explicar la subida de precios en febrero ha recaído sobre el clima y su efecto parte de la responsabilidad, pues ha causado una reducción de las cosechas, especialmente de hortalizas, que son los alimentos que más se han encarecido.

Las soluciones

Bajar los impuestos; «topar» los precios; dar cheques para las familias vulnerables; reducir, vigilar y arrojar luz a los márgenes de los operadores de la cadena; hay soluciones para todos los gustos ante un problema que afecta desde el final de la pandemia y la guerra de Ucrania a todas las economías occidentales y a todas las familias.

Según los datos que maneja el Gobierno, las familias españolas destinan un 15 % de media de su presupuesto a hacer la compra, una cantidad que se eleva al 20 % en el caso de las familias con menos renta.

Qué pueden hacer las cadenas y los consumidores

Una vez aceptada la realidad y confirmado que va para largo, la pregunta es qué estrategias pueden adoptar el consumidor y las cadenas, toda vez que los datos facilitados por las empresas y las consultoras apuntan ya a una caída de las ventas en volumen de hasta el 4 o 5 %.

«Después de un año, nos estamos acostumbrando a inflaciones de dos dígitos que para nosotros no eran habituales», explica a Efeagro el profesor y director del máster de Neuromarketing de la UNIR, Luis Cerdá.

Subraya el componente emocional de las compras en estos momentos en los que el foco está puesto en el precio, una idea reforzada por los medios de comunicación.

Desde el punto de vista de las estrategias de retail, con cadenas que ya han tomado iniciativas «comerciales», como Eroski con su cesta -Carrefour hizo algo similar en septiembre- el experto lo dice con claridad: «en este tipo de situaciones, quien da primero tiene más opciones de ganar», con una clave «fidelizar al cliente».

Para el consumidor el consejo es el de siempre: convertirse en compradores inteligentes, racionales, recurrir a las listas para evitar compras por impulso, analizar las promociones y, según Cerdá, «es el momento de comparar y dejar a un lado la fidelidad a los establecimientos».

Efectivamente, todo está muy caro y hay pocas esperanzas de que deje de ser así en un corto plazo. Lucía Ruiz Simón (EFEAGRO)

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