Denominación de Origen “La Mancha”, un paraíso para la producción de vinos ecológicos

Castilla-La Mancha lidera la viticultura ecológica en España, como primera potencia del mundo en vino ecológico con un “futuro esperanzador”. Estas fueron algunas de las primeras conclusiones extraídas en el II Foro de Vino Ecológico celebrado en Tomelloso (Ciudad Real).

Las cifras lo reflejan por sí solas con cerca de 450.000 hectáreas de superficie agrícola ecológica, de las cuales 63.000 hectáreas están dedicadas al viñedo, con 7.000 agricultores con parcelas ecológicas.

¿Qué son los vinos ecológicos?

Por naturaleza, la viticultura implica un proceso natural donde el mosto es transformado en alcohol vínico con un escaso impacto. No obstante, con aquellos vinos elaborados conforme a la agricultura ecológica se certifica el respeto al medio, que debe estar garantizado durante todo el proceso productivo.

Como indica la Comisión Europea, organismo rector en el cumplimiento de la agricultura ecológica, se trata de “un método de producción cuyo objetivo es obtener alimentos utilizando sustancias y procesos naturales.”

¿Cómo saber si descorchamos vinos ecológicos?

En el marco de la propia UE, donde esa trazabilidad en la calidad, exigida per se en los vinos con Denominación de Origen, debe además acreditarse con un etiquetado especial que certifique el compromiso medioambiental y sostenible del vino con el entorno.

Con ello, se protege la confianza del consumidor, garantizando la calidad de la oferta agroalimentaria de aquellos productos elaborados y comercializados en suelo comunitario, con el compromiso de los países miembros a “compartir una identidad visual común gracias al logotipo ecológico. El logotipo facilita que los consumidores de la UE identifiquen los productos ecológicos y que los agricultores puedan comercializarlos en todos los países de la Unión.”

Este es el sello que identifica en Europa a los productos de agricultura ecológica. Va siempre acompañado de otro sello del organismo certificador de su país de origen.

¿Por qué destaca el potencial de La Mancha?

Durante siglos, la vid ha sido un cultivo social ligado a la historia y tradiciones más arraigadas de la propia sociedad manchega. Como atestigua el paso de las primeras civilizaciones, con el legado romano y posterior desarrollo de la Edad Media, la viticultura se convirtió en una importante seña de identidad del pasado manchego. Con el Siglo de Oro, como reflejaron ya sus escritores, con obras insignes como El Quijote, los vinos de La Mancha gozaron de una gran popularidad y demanda en los entornos de la Corte y capital madrileña.

Esa tradición y posterior despegue industrial durante el pasado siglo XIX fueron en parte reflejo de las propias condiciones de La Mancha, ideales para el cultivo de la vid. Por extensión, la llanura manchega comprende un vasto territorio en altiplano, sin grandes desniveles, con una altitud media superior a los 700 metros sobre el nivel del mar. Su ubicación en el centro peninsular, alejada del mar, y encajada entre sistemas montañosos de diversa inclinación (sistema ibérico en el este, sistema central en noroeste y sistema bético en la zona sureste) condiciona la entrada de frentes húmedos, especialmente atlánticos, reduciendo la pluviometría a niveles muy escasos, por debajo de los 400 mm anuales de media. Además, los cuatro meses estivales (de junio a septiembre) se caracterizan por una marcada aridez, este año si cabe más intensa.

Hablamos, por tanto, de un clima mediterráneo de interior fuertemente continentalizado con rasgos térmicos y un nivel de precipitaciones que en ocasiones lo acercan a rasgos esteparios. Los inviernos en La Mancha son rudos y extremos con mínimas que pueden alcanzar los -15˚ en los meses más gélidos. Unas temperaturas que contrastan con los veranos muy duros que alcanzan máximas de 45 grados en plena canícula.

Esa uniformidad en la climatología también redunda a nivel geológico con una homogeneidad de los suelos en La Mancha. Predomina el horizonte de suelos calcisol, es decir, una fuerte preponderancia de suelos calizos, que se complemente con otros de naturaleza arcillosa (rojizos u óxido de hierro y blanquecinos o carbonato cálcico), arenosos y pedregosos en menor medida.

Todo ello define las condiciones naturales más óptimas para el cultivo de la vid, donde la presencia de suelos calizos permite obtener vinos (especialmente tintos) de gran estructura, cuerpo y graduación alcohólica, óptimos para el consumo como vinos jóvenes, de gran potencial aromático o posterior crianza en madera.

Con más de 3.000 horas de sol anuales, la primavera en La Mancha es transitoria y breve, y aunque comprende periodos de mayor pluviometría, permite un contexto idóneo para el desarrollo de los ciclos biológicos de la vid, sin apenas plagas fúngicas en momentos fenológicos clave como la brotación, la floración y posterior cernido del fruto. Son, por añadidura, unas condiciones con mínima intervención humana, y estado sanitario para el fruto, fundamentales en el decálogo de la propia viticultura ecológica. Los tratamientos son, por lo general, muy escasos o nulos, lo que les da una situación de ventaja para la producción de uvas ecológicas con respecto a zonas más septentrionales en las que llueve mucho más y hay necesidad de tratar para evitar enfermedades.

Mercado emergente

Los vinos de producción ecológica (organic wines) continúan su demanda imparable en los últimos años, con un fuerte empuje en algunos mercados exteriores que valoran la etiqueta ECO en los productos agroalimentarios como Alemania y Japón, precisamente dos de los principales clientes de las bodegas manchegas (primero y tercero, respectivamente con 4.698.795 botellas y 1.433.70 botellas en 2021)

Ese incremento de la superficie de viñedo ecológico resume lo que ha sido la propia idiosincrasia de la viticultura manchega durante siglos y generaciones. La implantación de la vid se ha constituido como un factor determinante en la vertebración demográfica de los pueblos manchegos, actuando como elemento dinamizador de sus economías y evitando así la despoblación hacia zonas urbanas desde la España vaciada. De hecho, si analizamos los datos de superficie de viñedo inscrito en la Denominación de Origen La Mancha, se observa una cierta correlación con los municipios de mayor población, por encima de 10.000 habitantes. (Villarrobledo, Socuéllamos, Alcázar de San Juan, Tomelloso, Campo de Criptana, Manzanares, La Solana, Villarrubia de los Ojos, Quintanar de la Orden…).

La implantación del viñedo en La Mancha constituye un importante ejemplo de agricultura sostenible desde el punto de vista medioambiental y socioeconómico. Según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos Cultivos (ESYRCE, los últimos datos sobre las características de los cultivos de viñedo en Castilla-La Mancha reflejan un ejemplo de convivencia entre los sistemas de plantación en regadío (59,8 %) y secano (49,2 %). Esa complementariedad evidencia unos rendimientos por hectárea relativamente bajos, con un rendimiento medio por hectárea global de vino con DO La Mancha de 6.909 kg/ha en 2021.

Su labor ambiental es también vital, evitando la desertificación en tierras que de otra manera quedarían relegadas a la escorrentía ante precipitaciones, por lo demás, cada vez más frecuentemente torrenciales por efecto del cambio climático. Esa protección permite también estimular la flora y fauna más autóctonas de la comarca manchega.

Publicidad

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí