Agricultura sostenible: Satélites para cuidar del campo y la naturaleza

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El mundo no deja de girar y cada día se gestan y/o se producen multitud de cambios, aunque no todos esos cambios son a mejor. Los efectos del cambio climático son cada vez más notables, obligándonos a tomar medidas antes de que sea demasiado tarde. En el sector agrícola, la forma de contribuir a la lucha contra el cambio climático se sustenta, principalmente, en la adopción de la agricultura sostenible.

¿Qué significa exactamente agricultura sostenible?

Se considera agricultura sostenible a esas variantes de la agricultura que utilizan métodos y técnicas de cultivo que no dañen el medioambiente. Los sistemas agrícolas sostenibles se centran en los ecosistemas locales, teniendo en cuenta no solo el impacto negativo en la propia explotación agrícola, sino también en la zona colindante y el resto de la región. Una explotación por sí sola supone un impacto negativo pequeño, pero cuando se juntan muchas explotaciones es cuando el efecto se magnifica.

El concepto sostenible es un tanto vago y puede implicar diferentes cosas en función de su aplicación y expectativas. En general, se considera que la agricultura sostenible debe, además de no dañar el medioambiente, satisfacer las necesidades alimentarias de los humanos, utilizar de la forma más eficiente posible los recursos naturales de los que se dispone, mantener la viabilidad de la explotación y mejorar la calidad de vida de los agricultores y el resto de la sociedad.

Satélites para cuidar de los cultivos y la naturaleza

Gracias a los avances tecnológicos, ya existen numerosas herramientas para ayudar a los agricultores en su día a día. Las aplicaciones basadas en GPS son muy populares, pero, desafortunadamente, todavía no se ha adoptado de forma masiva el uso de análisis de datos. El uso de monitorización por satélite, sumado al mencionado análisis de datos, permite a los dueños de las explotaciones agrícolas distribuir de manera racional los nutrientes en función de la productividad del suelo.

Solo con las herramientas de agricultura de precisión se puede esperar un aumento de la producción manteniendo o, incluso, minimizando el gasto en insumos. Permiten al agricultor reaccionar a tiempo a los problemas que pueden surgir, para buscar una solución antes de que sea demasiado tarde. Además, al conocer las condiciones meteorológicas en un futuro próximo, se puede planificar las actividades de campo en consecuencia, por ejemplo, evitando regar el campo un día que va a llover. A esto hay que sumar las técnicas propias de este modelo, como rotación de cultivos o los cultivos intercalados.

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A la hora de elegir entre las opciones disponibles en el mercado, una de las herramientas de análisis más completas es EOSDA Crop Monitoring. EOS Data Analytics, o EOSDA, es una empresa proveedora de análisis de imágenes de satélite con años de experiencia a sus espaldas. De dicha experiencia nació EOSDA Crop Monitoring, una plataforma para la agricultura de precisión que aúna múltiples funciones como índices de vegetación, mapas de vegetación y productividad, una tabla de clasificación, etc. Para aquellos que quieren una plataforma con su propia marca y logo, la solución de marca blanca de EOSDA Crop Monitoring es una gran opción. Además de las funciones de la versión comercial de EOSDA Crop Monitoring, el producto de marca blanca incluye opciones extra bajo demanda, como la detección automática de los límites del campo, clasificación de los tipos de cultivos o predicción del rendimiento. Todas las opciones de marca blanca cuentan, además, con soporte técnico completo por parte de EOSDA.

Protección del medioambiente con la agricultura de precisión

Las prácticas agrícolas sostenibles y un impacto positivo en el medioambiente están íntimamente relacionados. Por el contrario, las prácticas tradicionales llevan a una gran degradación del medioambiente, lo que termina por repercutir en la rentabilidad del propio agricultor a largo plazo.

Un suelo sano es una pieza fundamental de la agricultura. Las prácticas que promueven y priorizan un suelo sano y lleno de nutrientes, como la rotación de cultivos o el cultivo sin labranza, reducen la erosión del suelo, mejoran su capacidad de retención del agua y mantienen la fertilidad natural del propio suelo, evitando así usar insumos químicos que perjudican a los micro ecosistemas de la zona. Un uso racional del agua no solo hace que haya una mayor disponibilidad de ella, también reduce las escorrentías de agua, que además de afectar al suelo, a menudo ‘lavan’ los componentes químicos de las plantas y terminan por contaminar masas de agua cercanas, como aguas subterráneas o ríos.

Por otro lado, no hay que olvidar que la agricultura contribuye al cambio climático, aportando casi un cuarto del total de los gases de efecto invernadero. Esto se debe a acciones como la labranza, que liberan dióxido de carbono almacenado en el suelo a la atmósfera, el uso de fertilizantes que liberan emisiones o la destrucción de bosques y selvas para ampliar las zonas de cultivo. El uso de prácticas agrícolas puede reducir significativamente la contribución de la agricultura al cambio climático, manteniendo al mismo tiempo una producción que permita alimentar a la población mundial.

 

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