¿Qué son los vinos ‘unicornio’ y qué buscan sus compradores?

botellas de vino

Cuando el problema no es únicamente tener el dinero para pagar una botella de vino sino tener siquiera la opción de adquirirla, el vino entra de lleno en el mercado del lujo, que se mueve entre añadas históricas y producciones limitadas al alcance sólo de paladares exclusivos.

En los últimos tiempos se ha comenzado a utilizar la denominación de «vinos unicornio» para referirse a estas botellas, poseedoras de alguna «anomalía» que las convierte automáticamente en objetos de culto, codiciadas por su capacidad para otorgar a su poseedor un estatus diferencial o por su potencial de reventa.

«Hay una diferenciación entre lo que es un vino muy exclusivo porque tiene mucha marca y un precio bastante elevado de lo que es un vino ‘unicornio’, que es un vino de culto porque su elaborador tiene una reputación, porque nace de un viñedo muy concreto, porque su producción es ínfima…», explica a Efeagro Paula Hernández, responsable de marca y comunicación de la tienda de vinos Bodeboca.

Algunas de estas botellas pertenecen a añadas célebres, de hace varias décadas o siglos, altamente puntuadas por la crítica; o quizás fueron la última cosecha de una reconocida parcela en la que luego se arrancaron las cepas; o tal vez surgieron de la última elaboración que hizo un determinado bodeguero antes de morir.

Son muchas las causas que pueden convertir a las botellas de una determinada bodega y año en «unicornio» y llegar a venderse en subasta por cientos de miles de euros, como una botella de vino de Borgoña de Romanee-Conti de 1945, que en 2018 superó los 482.000 euros y que ostenta el récord hasta el momento.

Se trata de un acontecimiento excepcional con un vino histórico, pero esta bodega y otras como Mouton Rothschild, Lafite Rothschild o Pétrus, también en Francia, o Vega Sicilia, Viña Tondonia, Álvaro Palacios o Telmo Rodríguez, en España, siguen elaborando caldos que se pueden adquirir en tienda a precios no necesariamente desorbitados pero a los que no puede acceder todo el mundo.

Venta por cupos

Cuando las producciones son de apenas unas miles de botellas, nacen de parcelas mínimas, reciben calificaciones muy altas o poseen alguna otra «anomalía», como comenta Hernández, el bodeguero tiene que comercializarlas mediante un sistema de cupos.

«Estamos hablando de cupos de producciones limitadas que pueden ser perfectamente menos de 1.000 botellas que se reparten en todo el mundo y muchas veces ni siquiera llegan a España», comenta Hernández, quien explica que ellos trabajan directamente con las bodegas para hacerse con algunas de estas botellas y poder luego venderlas.

Es la misma manera en la que operan otros establecimientos, como Insolity, que adquiere los vinos directamente de las bodegas antes de su salida al mercado, en lo que se llama «primeurs» (venta a la avanzada), indica a Efeagro la portavoz de esta tienda, Audrey Vigne.

El precio de salida de estas botellas no es necesariamente inaccesible, puede incluso rondar los 20 euros en algunos casos, señala Hernández, pero al haber tan pocas en el mercado se van revalorizando sobre un 4 % y un 8 % cada año, de acuerdo con la media de los últimos 20 años del portal especializado Liv-ex.

Qué buscan los compradores de estos vinos

Según un estudio de Insolity, los españoles están cada vez más interesados en vinos de añadas antiguas y en las posibilidades de revalorización que poseen, pero, ¿qué es lo que buscan en ellos?

Desde Bodeboca observan, por una parte, un deseo «aspiracional» de gente que a veces «ni siquiera quiere abrir la botella y simplemente empieza a atesorar una colección», mientras que, por otro lado, ven que hay personas que quieren tener las botellas mejor valoradas por la crítica para probarlas.

Un gran comprador de vinos es Rafael Sandoval, sumiller y copropietario del restaurante Coque, en Madrid, y cuya bodega, conocida como «La Sacristía», almacena unas 20.000 botellas y está considerada como una de las más valiosas de España.

Esta bodega atesora una botella de Château d’Yquem (Burdeos) que tiene un precio de 30.000 euros y Coque lo ofrece en la carta para quien pueda pagarlo y quiera disfrutarlo, pero también otras como una damajuana de Trafalgar de 1805, única en el mundo, que no está a la venta.

«Ganamos más con los vinos que no se venden que con los que se venden, porque los que no se venden todos los años van aumentando de precio», comenta Sandoval a Efeagro, quien, no obstante, se muestra partidario de que el vino se consuma y se disfrute y no se use para especular. Rubén Figueroa. EFEAGRO

Publicidad

Dejar una respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí