Opinión. ¿Drones en la agricultura? España, el país que espera mientras otros avanzan. Juan José Álvarez. Secretario de organización ASAJA

Drones

En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, resulta curioso observar cómo algunos países deciden subirse al tren de la innovación, mientras otros prefieren quedarse en la estación, contemplando cómo pasa. Este parece ser el caso de España frente al uso de drones en la agricultura, una herramienta que promete revolucionar el sector, pero que aquí sigue atrapada en un limbo regulatorio. 

Francia, por ejemplo, ya ha dado el paso. Su Senado ha abierto la puerta al uso de drones para fumigar viñedos en pendiente, demostrando que la voluntad política puede ser tan poderosa como la tecnología misma. ¿Y España? Bueno, aquí seguimos debatiendo si los drones son «tratamiento aéreo» o si merecen una categoría propia. Porque, claro, ¿qué prisa hay cuando el campo español puede seguir funcionando como hace décadas? 

La ironía es que los beneficios de los drones están más que demostrados. Estudios técnicos han señalado que esta tecnología puede reducir la deriva de plaguicidas hasta en un 90% y disminuir el volumen de caldo aplicado entre un 30 y un 50%. Menos impacto ambiental, más eficiencia, mayor precisión. Una oportunidad real de avanzar en sostenibilidad económica, social y medioambiental. Pero parece que en España preferimos esperar a que Europa nos diga qué hacer, mientras países como Bulgaria y Rumanía ya han encontrado formas de adaptarse. 

¿Será que en España nos gusta complicarnos? Porque, según ASAJA, la principal limitación para el uso de drones no está en la normativa europea, sino en nuestra propia legislación nacional. Otros países han adaptado sus leyes para permitir el uso responsable de esta tecnología, pero aquí seguimos atrapados en debates interminables. 

Y mientras tanto, los agricultores españoles pierden competitividad. Cultivos en pendiente, parcelas de difícil acceso, cultivos permanentes de alta densidad… Todos estos retos podrían resolverse con drones, pero parece que preferimos mirar hacia otro lado. 

La pregunta es: ¿cuánto tiempo más vamos a esperar? La tecnología no se detiene, y el campo español no puede permitirse quedarse atrás. Es hora de que España deje de ser el país que espera y se convierta en el país que actúa. Porque, al final, la verdadera modernización no depende de los drones, sino de la voluntad política para aprovechar su potencial. 

¿Seguiremos contemplando cómo otros avanzan, o finalmente decidiremos subirnos al tren? La respuesta está en nuestras manos. O, mejor dicho, en las de quienes tienen el poder de cambiar las reglas del juego. 

Juan José Álvarez Alcalde. Secretario de organización de ASAJA

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