El calor y la falta de lluvias cambia el mapa de los cultivos agrícolas

Unido el aumento del precio de la energía

campo girasoles
Foto: adamkontor (Pixabay)

La agricultura y ganadería de muchas comarcas de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha y algunas de Castilla y León, Aragón y Canarias están sufriendo recortes de agua debido a la sequía meteorológica por la falta de precipitaciones y a las altas temperaturas, lo que va a cambiar el mapa de cultivos.

«Este año hidrológico es por ahora el tercero más seco de lo que va de siglo» pese a las lluvias de marzo y abril, ha asegurado a Efeagro el portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), Rubén del Campo, quien ha avanzado que el verano meteorológico -junio, julio y agosto- será más cálido de lo normal y con lluvias por debajo de la media.

El agua embalsada, con datos a 7 de junio, se sitúa en 27.489 hectómetros cúbicos, con lo que la reserva hídrica española se sitúa al 49 % de su capacidad total.

Las organizaciones agrarias calculan grandes recortes de la superficie de un cultivo netamente de regadío (como el arroz en Andalucía y Extremadura), no así el de las zonas mediterráneas, donde las siembras, en contraste, se están retrasando por el exceso de humedad en muchas parcelas.

En Andalucía, las siembras se situarán entre 8.000 y 10.000 hectáreas, frente a las cerca de 22.000 de la anterior campaña, y en Extremadura, bajará de las 24.000 hasta las 2.000 hectáreas.

La escasez de agua, junto con el alza de los costes de insumos, también ha frenado la superficie de remolacha tanto en Andalucía -ha caído de 8.650 a 7.800 hectáreas-, como en la zona norte, donde se ha reducido de 20.660 a 17.200 hectáreas, según cifras de Azucarera y la cooperativa ACOR.

La patronal de comerciantes de cereales Accoe estima que la producción de trigo, cebada y centeno retrocederá esta campaña en torno al 20 %, hasta las 14,7 millones de toneladas, con un recorte del rendimiento por hectárea, que podría agravarse si persisten las olas de calor en las zonas más tardías.

Los agricultores extremeños han reducido el número de hectáreas en el otro gran cultivo de regadío, el maíz, del que han plantado un 45 % menos respecto a la superficie habitual (unas 42.000 hectáreas), según Asaja.

La primera estimación de la Mesa Nacional de Frutos Secos, por su parte, apunta a una producción de 61.684 toneladas de almendra/grano, un 30 % menos que en 2021, tras las heladas, las lluvias y el pedrisco en las etapas de floración y cuaje, y la sequía en varias zonas de producción.

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) dedicará más de la mitad de los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) -unos 563 millones de euros- para hacer obras de modernización de sistemas de regadío de España, que con ayuda privada puede significar una rebaja de costes de producción para 100.000 hectáreas agrícolas.

El ministro Luis Planas anunció, durante la celebración del XV Congreso Nacional de Comunidades de Regantes a primeros de este mes, que el sector agrario recibirá la mayor inversión pública en regadíos -2.137 millones- entre 2022 y 2027.

Cambio climático y agricultura

«La coyuntura se está volviendo compleja», afirma a Efeagro desde el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (Ceigram) Carlos Gregorio Hernández, ya que a la escasez de agua se ha unido el aumento del precio de la energía.

«Ya está cambiando la distribución de cultivos por el factor agua en España. Es difícil ver maíz en Andalucía y las alternativas están siendo las hortalizas, los frutales y el olivar», ha puesto como ejemplo, o con girasol, que es de secano y si se riega solo será con una pequeña cantidad de apoyo.

A su juicio, las políticas hidrológicas tienen que seguir manteniendo la unidad de gestión de la cuenca hidrográfica, jerarquizar los usos el agua, modernizar las instalaciones y reciclar y regenerar el agua de drenaje para volverla a usar, y así evitar la saturación de acuíferos con agua de mala calidad como en el entorno del Mar Menor.

A finales de mayo, la organización agraria COAG presentaba un estudio en el que se cuantificaba en 550 millones al año las pérdidas que produce el cambio climático en la agricultura española, la mitad de ellas relacionadas con la sequía.

El autor de «Impactos del cambio climático en la agricultura española» y responsable de Riesgos Agrarios de COAG, Pablo Resco, se ha mostrado convencido de que «hay que actuar sí o sí» porque, según insiste a Efeagro, son ya 250.000 las hectáreas que están en riesgo de desertificación en España.

«Los daños podrían aumentar drásticamente si las emisiones de efecto invernadero continúan al ritmo actual» y sube la temperatura en el planeta, ha añadido.

En el escenario de que se produzca un calentamiento global de dos grados centígrados en 2050, respecto a los periodos preindustriales, los efectos podrían ser «muy graves» y hacer peligrar las dehesas de encina en Extremadura y Andalucía, y traducirse en una bajada de hasta un 20 % de los rendimientos en cereales, viñedo y olivar.

De acuerdo a sus datos, en este supuesto aumentaría el estrés hídrico de los cultivos y su evapotranspiración, a la vez que habrá una mayor frecuencia de extremos climáticos como olas de calor, lluvias torrenciales y periodos de sequía y de pedriscos.

El secretario general de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Juan Valero, ha valorado el actual apoyo público a la mejora de los regadíos, «los más modernos de Europa», tras afirmar que la política que se han hecho en este sentido en los últimos 25 años ha sido «un éxito».

Fenacore ha defendido la revisión de los planes hidrológicos españoles para así cubrir el déficit de inversiones en infraestructuras hidráulicas -como presas y embalses- con el objetivo de mantener la producción de alimentos, pero usando menos agua y menos energía. Angélica Quintana (EFEAGRO).

 

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