Opinión. Al pan, pan y al vino, vino. José María Castilla. ASAJA Bruselas

José María Castilla Asaja

En tiempos de confusión, las palabras importan más que nunca. Y cuando hablamos de alimentos, importan aún más: porque no son solo palabras, son decisiones que acaban en nuestros platos, en nuestra salud y en el futuro del campo europeo. Por eso, desde Asaja respaldamos con firmeza la petición lanzada por Farm Europe y Eat Europe para proteger las denominaciones cárnicas tradicionales frente al uso indiscriminado que hacen de ellas algunos productos que ni son carne, ni lo han sido, ni lo serán.

Lo decimos alto y claro: “hamburguesa vegetal”, “salchicha de tofu” o “filete de laboratorio” no son hamburguesas, ni salchichas, ni filetes. Son otra cosa, y deben llamarse de otro modo. Porque el lenguaje no es un adorno: es un contrato social. Y cuando se manipula, lo que se rompe es la confianza.

Mientras que en Europa las denominaciones lácteas están protegidas —nadie puede vender “leche” si no procede de un animal—, no ocurre lo mismo con la carne. Esta incoherencia legal ha abierto la puerta a un marketing cada vez más agresivo, en el que productos elaborados a base de hongos, insectos o cultivos celulares imitan formas, texturas y sabores con un único objetivo: apropiarse del prestigio de los productos tradicionales, sin respetar ni su origen ni su identidad.

¿Resultado? El consumidor se ve confundido. El ganadero, desprotegido. Y el mercado, desequilibrado. Porque no hablamos solo de palabras, sino de reglas del juego. Si un producto vegetal o sintético quiere abrirse paso en el mercado, que lo haga con su propio nombre y sus propios valores. Pero que no se esconda detrás de denominaciones que durante siglos han estado asociadas al trabajo, al cuidado y a la tradición ganadera.

La eurodiputada Céline Imart (EPP) lo ha entendido bien. Su propuesta de reservar los términos cárnicos exclusivamente para los productos de origen animal marca el camino que Europa debe seguir. Una propuesta sensata que llega justo cuando el Parlamento Europeo se prepara para debatir nuevas enmiendas legislativas el próximo 30 de junio. Es el momento de actuar.

Desde Asaja celebramos que España se sume a esta defensa de la verdad alimentaria junto a países como Francia, Italia, Portugal, Rumanía y Austria. Defender nuestras denominaciones no es una cruzada contra la innovación, sino una exigencia de transparencia, equidad y respeto. Los nombres importan porque las palabras construyen realidades. Y no hay innovación válida si se basa en el engaño.

Quien quiera jugar en el mercado alimentario europeo, debe hacerlo con reglas claras. Y la primera regla es esta: a cada cosa, por su nombre.

José María Castilla Baró. Director de la oficina de ASAJA en Bruselas

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